Benedicto XVI apela a la solidaridad internacional con Somalia

Miles de personas huyen de la “durísima sequía” que está castigando al país africano

ANTONIO PELAYO. ROMA | Durante sus vacaciones, Benedicto XVI no desconecta de las noticias que sacuden el mundo y la Iglesia. A su mesa de trabajo llegan los informes que la Secretaría de Estado juzga oportuno que debe seguir. Esta semana, las noticias de Somalia han ido cobrando gravedad. “Con profunda preocupación sigo –dijo el Papa el domingo 17 a la hora del Angelus en Castel Gandolfo– las noticias provenientes del Cuerno de África y, en concreto, de Somalia, golpeada por una durísima sequía seguida en algunas zonas de intensas lluvias que están causando una catástrofe humanitaria. Innumerables personas están huyendo de una tremenda carestía de comida y de ayudas”.

“Deseo –llamó– que crezca la movilización internacional para enviar a tiempo socorro a estos hermanos y hermanas nuestras ya tan duramente probados, entre los que se cuentan numerosos niños. Que no falte a estas poblaciones que sufren nuestra solidaridad y la ayuda concreta de todas las personas de buena voluntad”.

Para que no todo quedase en vanas palabras, a través del Pontificio Consejo Cor Unum, el Papa ha hecho llegar 50.000 dólares al obispo de Djibuti y administrador apostólico de Mogadiscio, Giorgio Bertin. Otros organismos asistenciales católicos de todo el mundo están estudiando la manera de procurar lo antes posible ayuda a más de 10 millones de personas y especialmente a medio millón de niños.

En su editorial del semanario televisivo Octava Dies, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federido Lombardi, afirma que “el hambre y la sed empujan a innumerables personas a la búsqueda desesperada de ayuda, huyendo también a los países vecinos, a cuyos campos de refugiados llegan casi 2.000 personas al día”. Según la ONU, en el campo de Dadaab de Kenia se alojan casi medio millón de somalíes famélicos.

El 13 de julio, L’Osservatore Romano publicaba una amplia información sobre “el desastre más grave”, como lo ha definido el Alto Comisario de la ONU para los Refugiados, António Guterres, después de visitar el ya citado campo keniano, cuyo índice de mortalidad es altísimo, ya que un gran número de los refugiados llegan en misérrimas condiciones de salud. Otros muchos mueren en el camino…

¿Un drama sin solución?

En el Vaticano se tiene la sensación de que el drama de Somalia –donde las milicias radicales islámicas de Al Shabaab siguen su lucha contra el Gobierno de Sharif Ahmed– ya no despierta emoción alguna en la comunidad internacional, que lo considera irresoluble.

Así se explica que no pocas ONG hayan abandonado el país. “Se corre el riesgo –se nos ha dicho– de que el caos se institucionalice y de que el país se convierta en una especie de islote de ilegalidad, piratería y bandidaje sin que se atisbe a corto o medio plazo una solución política”.

En el nº 2.763 de Vida Nueva (si es usted suscriptor, lea la crónica vaticana completa).

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