Elecciones 2011: “La partitocracia es cada vez más evidente y restrictiva”

Fernando Sebastián fue redactor de ‘Los católicos en la vida pública’

FAUSTINO CATALINA | En 1986, la Conferencia Episcopal Española (CEE) hizo público el documento Los católicos en la vida pública. Uno de sus redactores fue el arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, Fernando Sebastián. Hoy, lamenta que “buena parte de la sociedadd está un poco desconcertada” y denuncia que nos estamos acercando a “una dictadura de partido con apariencias democráticas”.

– ¿Qué cuestiones de aquel documento de la CEE siguen pendientes en una situación como la que estamos viviendo?

– De los planteamientos que hicimos quedan muchas cosas valiosas y muchas por hacer. Gran parte de los ciudadanos católicos no tiene aún conciencia clara de sus derechos y deberes políticos, de la necesidad de hacerse respetar con una presencia pública organizada y firme. Fuera de España es muy difícil de entender cómo en un país con tantos millones de católicos, la Iglesia y la moral natural estén siendo tan poco respetadas. Esto solo se explica por la debilidad interior de la Iglesia y de la presencia de los católicos en la vida pública por falta de organización y de claridad en las ideas fundamentales.

– ¿Qué se puede hacer –y especialmente los católicos– para regenerar la vida política?

– No sé si podemos hacer mucho, porque buena parte de la sociedad española, católicos y no católicos, está un poco desconcertada. Los españoles vivimos bajo una fuerte presión de las ideologías y de la propaganda. Vivimos cautivos de las apariencias y hay poca libertad para pensar, para disentir, para exigir a nuestros dirigentes. La izquierda está imponiendo la dictadura del pensamiento único. Nos acercamos a una dictadura de partido con apariencias democráticas. Deberíamos ser más consecuentes con nuestra fe y nuestras tradiciones, más conscientes de nuestros derechos, más exigentes frente a los medios de comunicación, a los políticos, a las leyes antinaturales y destructivas. Una sociedad democrática necesita un alto nivel en la formación cultural de los ciudadanos, un hábito generalizado de ejercicio responsable de la libertad, una sociedad civil más organizada y más alertada que la nuestra.

– ¿Cómo hemos llegado al actual momento de descrédito de la clase política y de una ciudadanía pasiva y resignada?

– La verdadera política se ha ido encerrando cada vez más en círculos muy reducidos y la partitocracia es cada vez más evidente y restrictiva. Hay cuestiones importantes que entorpecen la vida política y que los partidos no quieren remediar, como ocurre con la ley electoral, la falta de independencia de la Justicia o la desmesura de las autonomías. Los partidos se dedican a destruir al adversario, los políticos se acusan de cosas tremendas que luego no se pueden demostrar y la Justicia tampoco se muestra especialmente diligente en aclarar las cosas. Hay demasiada confusión, demasiadas acusaciones mutuas y demasiado tufillo de corrupción. La gente no se interesa por la vida política porque sabe que los políticos no nos dicen la verdad. Nos prometieron una democracia que era casi el paraíso terrenal y, ahora, tenemos el peligro de una decepción general. Malo el idealismo de antaño y malo el desencanto actual.

En el nº 2.753 de Vida Nueva.

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