La opinión de los políticos sobre la regeneración política

Jorge Fernández Díaz (PP) y José A. Pérez Tapias (PSOE)

VIDA NUEVA | Según los estudios, la política y los políticos inspiran desconfianza a una mayoría de españoles, solo superados por los sindicatos o las empresas multinacionales. ¿Qué opinan ellos de la política hoy? ¿Es necesaria una regeneración? ¿Es posible? ¿Con qué elementos? Vida Nueva ha pulsado la opinión de dos miembros destacados de los dos partidos principales en España: para Jorge Fernández Díaz (PP), hay que “regenerar la democracia”; según José Antonio Pérez Tapias (PSOE), es necesario “salvar la política”.


Regenerar la democracia

JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ, diputado del PP por Barcelona y vicepresidente tercero del Congreso de los Diputados | Creo que hay una causa que está en la raíz de la crisis de las democracias en estos momentos, y que tiene que ver con lo que el beato Juan Pablo II señaló: “La fuerza de la democracia depende de los valores que promueve”.

Y a ello no ayuda el relativismo ético que se está imponiendo en las sociedades occidentales, de manera muy particular en Europa. La propia Doctrina Social de la Iglesia ha manifestado que, evidentemente, la democracia es el sistema político más acorde con la dignidad humana; en el ámbito laico se dice que es “el menos malo de los sistemas políticos posibles”.

Pero la democracia no es un fin en sí misma, es un instrumento para organizar nuestra convivencia y, cuando la democracia se dedica a cosas que no le son propias, es cuando se corrompe.

Probablemente, la regeneración de nuestra democracia significaría modificar “técnicamente” el sistema que tenemos, por una parte, fortaleciendo la representación directa por medio de referéndums y, por otra, revisando nuestro sistema, que es más bien una “partitocracia” (sigue el artículo completo para suscriptores).


Salvar la política

JOSÉ ANTONIO PÉREZ TAPIAS, diputado del PSOE por Granada | Vivimos un tiempo de tremendas paradojas. Basta constatar el desprestigio de la política en el momento en que es más necesaria. Es chocante que, en países como el nuestro, nos deslicemos hacia una democracia de la indiferencia cuando las revoluciones árabes aspiran a regímenes democráticos en los que sean reconocidos los derechos ciudadanos.

¿A qué se debe esa historia passionis de la política, en la que se flagela a quienes se dedican a ella, erosionando las instituciones democráticas? Respuestas no faltan. Unas ponen el acento en la corrupción en el ámbito político –no tratada de la misma forma por todos los partidos–, cáncer de la democracia, con el agravante de que la metástasis se atribuye a todos los políticos, aunque solo un número muy exiguo esté involucrado.

Es recurrente insistir en la revitalización de los partidos políticos, profundizando en su democracia interna, clave para evitar la formación de oligarquías y redes clientelares en su seno. También sabemos de reformas de las dinámicas parlamentarias que propiciarían una vida política más acorde con las preocupaciones ciudadanas. Pero hay otras cuestiones de fondo (continúa el artículo íntegro para suscriptores).

En el número 2.753 de Vida Nueva.

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