Tribuna

Ser hombre feminista tras el caso Rubiales (también desde la Iglesia)

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En días como hoy, es importante y además necesario recordar que en la lucha por la igualdad de género, el papel del hombre es fundamental. El feminismo no es solo un movimiento de y para las mujeres, sino una causa que busca transformar las estructuras patriarcales y garantizar derechos para todas las personas. Los hombres también se benefician de un mundo más equitativo y justo, en el que las expectativas de género restrictivas y perjudiciales sean cosa del pasado.



Abrir oportunidades

El feminismo no busca demonizar a los hombres, sino erradicar los prejuicios y sistemas que perpetúan desigualdades. Los hombres pueden ser aliados activos al desafiar los estereotipos de masculinidad tóxicos y apoyar la igualdad en el hogar, en el lugar de trabajo y en la sociedad en general.

A medida que el feminismo avanza, se abren oportunidades para que los hombres exploren una gama más amplia de emociones y roles. Romper con la noción de que ser fuerte implica suprimir la vulnerabilidad o controlar a otros, beneficia a todos. Los hombres pueden abrazar una identidad más auténtica y enriquecedora, contribuyendo a relaciones más saludables y significativas.

En última instancia, el feminismo no busca restar poder a los hombres, sino redistribuirlo de manera justa. Al abogar por la igualdad de salarios, el consentimiento y el respeto mutuo, los hombres se suman a un movimiento que busca un mundo en el que todos puedan vivir sin miedo ni limitaciones basadas en el género.

Ser un defensor del feminismo no disminuye la masculinidad, sino que la redefine en términos más humanos y equitativos. Al abrazar esta causa, los hombres demuestran su compromiso con un futuro en el que las barreras de género sean superadas y todas las personas puedan alcanzar su máximo potencial.