Tribuna

Juan María Uriarte, pendiente ‘honoris causa’

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El año 2018 presenté al Consejo de la Facultad de Teología de Vitoria una propuesta para que se le concediera a Juan María Uriarte (Frúniz, 1933–Bilbao, 2024), obispo emérito de San Sebastián, el título de doctor honoris causa, siendo aprobada. En conformidad con los Estatutos de la Facultad de Teología del Norte de España –con dos sedes: una en Vitoria y otra en Burgos–, se acordó presentarla al Consejo de dicha Facultad; cosa que se hizo el 17 de diciembre de 2019 en la sede de Burgos, siendo también votada y aceptada. 



Una vez aprobada la propuesta, correspondía a los últimos responsables eclesiásticos del centro “otorgar el consentimiento” para dicho doctorado y solicitar a la Santa Sede el preceptivo ‘nihil obstat’. En ambas ocasiones expuse –en conformidad, de nuevo, con los Estatutos–, los “especiales méritos científicos y culturales” que concurrían en su persona.

En las dos ocasiones en que intervine sostuve que los méritos científicos de Juan María Uriarte estaban debidamente acreditados si se tenían en cuenta sus numerosas publicaciones, entre las que destaqué las referidas a la reconciliación; la identidad y espiritualidad presbiteral; la evangelización y el celibato. Acompañé este primer apartado con una detallada información de dichas publicaciones y ediciones, desde 1998 hasta entonces; así como de sus traducciones –de algunas de ellas– al portugués, italiano, inglés, ruso y francés.

Méritos culturales

Pero, además de estos “méritos científicos” –continué–, existen otros “culturales”. Juan María Uriarte había promovido la creación de escuelas en las zonas más deprimidas de la Diócesis de Bizkaia, así como de ikastolas. A ello había que sumar su apoyo al Instituto Labayru en favor de la lengua y cultura vasca. Había sido también –como es sabido– un infatigable defensor de la reconciliación en el País Vasco. Eran particularmente conocidos sus servicios a la pacificación como intermediario en los contactos entre ETA y el Gobierno de José María Aznar durante la tregua de 1998 y su firme apuesta por el diálogo para superar la división y confrontación, a la vez que para construir una sociedad reconciliada y en paz.

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