Tribuna

El amor por mi “cachorro” es sentimiento, no instinto

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¿Es posible hablar del sentimiento materno en un momento histórico-cultural en el que se cuestiona la figura de la madre (llevada por muchos a la consideración de “progenitor”)? Sí, de hecho es un deber, pero antes que nada es necesario distinguir el sentimiento maternal del instinto maternal. Este último es común a casi todas las especies animales y, desencadenado por mecanismos biológicos que llevan a las hembras a cuidar a los cachorros, está sujeto a límites temporales y desaparece cuando el cachorro se vuelve independiente.

Las enormes diferencias entre este instinto y el amor maternal, exclusivamente humano, son dos y pueden resumirse en una declaración: el amor maternal no está dirigido al “cachorro”, sino al “hijo”. Esto significa, en primer lugar, que no hay plazos relacionados con el tiempo y el crecimiento: el sentimiento que tengo por mi hijo (36 años y largas piernas peludas) no es menos intenso que lo que sentí por mi niño, es decir, cachorro.



El cuidado material hoy ya no es un compromiso para mí, y pasan períodos de tiempo, incluso largos, sin que vea a mi hijo. La cercanía ahora está en otro nivel y es la que me hace responder rápidamente al teléfono cuando veo aparecer su nombre: ¿cómo estás? ¿Necesitas hablar conmigo? Las dimensiones involucradas en esta relación hoy son dos, la psicológica y la espiritual, alimentadas por la gran afinidad de nuestros intereses intelectuales y culturales. Es cierto que han permanecido los apodos de cuando era pequeño, pero son un juego conscientemente compartido.

refugiados, madre e hijo

En segundo lugar, pero no menos importante, significa que el amor maternal no depende necesariamente de la procreación biológica y puede dirigirse hacia personas que no están relacionadas por parentela. La “maternidad espiritual” no implica vínculos derivados de la procreación, pero, por parte de la madre, puede verse como un acompañamiento que se hace cargo del crecimiento humano y espiritual del hijo que se confía y pide un apoyo hecho de cercanía y acogida.

Este acompañamiento puede ser ofrecido por los hombres, pero sus características se encuentran entre las tradicionalmente consideradas femeninas y esto ilumina el hecho de que femenino no solo significa de las mujeres, sino que se refiere a rasgos universalmente humanos por los cuales las mujeres tienen una inclinación mayor y más inmediata.

El énfasis puesto hoy en el sentimiento materno plantea una pregunta: ¿es un hecho de los tiempos, nuevo, o siempre ha sido en la vida de las mujeres? Entendido como unión entre la madre y el hijo, siempre ha existido. Pero es cierto que hoy las mujeres poseen una mayor conciencia de sí mismas y de sus sentimientos, y esto las lleva a reflexionar con mayor lucidez sobre un vínculo que, aunque no agotando la identidad femenina es fundamental para ella, marcándola en profundidad e indeleblemente.

Suplemento completo Donne Chiesa Mondo (PDF)

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