Tribuna

‘Amoris laetitia’: un avión que no termina de despegar

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Con inmensa alegría terminamos el Sínodo de la Familia, aquel soleado Octubre de 2015. Debates intensos y polémicas que fueron abordadas en el aula a partir de un magnífico documento de trabajo, dieron cuenta de una Iglesia que comprendía que la familia había cambiado, que las respuestas ya no servían, porque las mutaciones que experimentaron las familias en las últimas décadas, eran tan profundas que habían transformado hasta las preguntas.



Nos preguntábamos qué haría el Papa con todos los cuestionamientos y debates que quedaron plasmados en la ‘relatio finalis’, que Francisco puso inmediatamente online terminada la Asamblea. Con muchas ideas e iniciativas pastorales regresamos a nuestros países con la certeza de que algo importante había pasado e iba a suceder.

El 19 de marzo de 2016, Francisco nos ofrece ‘Amoris laetitia’. No se quedó atrapado en los problemas que se plantearon en el Sínodo ni en los que no pudieron abordarse, el Papa nos habló de la alegría del amor que se vive en las familias, como Júbilo de la Iglesia (cfr. ‘Amoris laetitia’, n. 1). Nos mostró la centralidad de los vínculos entre los esposos, los padres y los hijos, la familia pequeña y grande, los jóvenes y los abuelos y nos invitó a vivir una nueva pedagogía del amor. A crearla, a hacerla.

Apenas salido el documento, un teólogo amigo me dijo: “¡Este texto es un avión!”, para manifestarme la fuerza y las posibilidades que allí se vislumbraban.

Apenas llegado el documento a estas latitudes, muchas personas relacionadas con la pastoral familiar, no captaron que lo central de la exhortación eran los capítulos 4 y 5, (sobre el amor cristiano), y se focalizaron en el famoso capítulo 8 al que ni siquiera se llamó por su nombre (Acompañar, discernir, integrar la fragilidad), sino “el capítulo de los divorciados en nueva unión”. La recepción fue difícil: eclesiástica y reduccionista, centrándose en la pregunta: ¿quiénes y cuándo pueden comulgar?

Amoris Laetitia, decía que “en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales” (n. 3). Los Obispos de la región Buenos Aires escribieron un documento con criterios básicos para la aplicación del capítulo 8, dicho documento fue confirmado por Francisco como una implementación válida de la exhortación.

Las discusiones teóricas sobre el capítulo 8 siguieron en círculos pastorales y teológicos, pero la praxis pastoral de las comunidades no cambió demasiado en lo concreto. Esto sucedió por el hecho de que las afirmaciones de ‘Amoris laetitia’ sobre la recepción de los sacramentos era algo que, de hecho, se vivía en muchas comunidades católicas de Argentina, especialmente en los barrios populares. En su mayoría, el “Santo Pueblo fiel de Dios”, como le gusta decir a Bergoglio, encontró en AL lo que ya vivía y comprendía pero resultó de gran estímulo escucharlo del Papa.

Riqueza aún sin descubrir

Muchas parejas empezaron un camino de discernimiento en su situación sacramental, que los llevó a una mayor cercanía con la comunidad eclesial. También hubo intentos de renovar la pastoral familiar en general y prematrimonial en particular, aunque con poco impacto en las comunidades.

La reforma de Francisco, que tiene corazón de misericordia, todavía no ha terminado de ser recibida en este documento sobre la Familia, que tiene mucha riqueza no suficientemente descubierta ni desarrollada. Como dice mi amigo es “un avión” que no termina de despegar.

Concretamente en este espacio, podemos nombrar algunos temas que no han sido desarrollados: el lugar de las mujeres en la sociedad, en la familia, la cuestión de género, la violencia contra ellas, el machismo, (cfr. nn. 49, 54-55, 154-156, 197), etc. Asuntos que tuvieron poco eco pastoral, teológico y social.

Lo bueno de los textos es que siempre están allí, esperando una oportunidad de ser descubiertos. Ojalá este “avión” despegue, para felicidad de muchas personas y de muchas familias.

*Artículo original publicado en el número de octubre de 2020 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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