Trabajar por la paz sin desfallecer

No podemos desconocer el sabor de tristeza y desconcierto que se ha venido sintiendo en el país a raíz de lo que significó el resultado del plebiscito, el manejo de las campañas, el papel tan neutral, incoloro y sinsabor de muchas instituciones y organizaciones, aun eclesiales.

No podemos desfallecer en seguir trabajando a favor de la paz. La constatación de una fuerte polarización en el país nos tiene que llevar a ver con mayor fuerza y coraje la necesidad de poder contribuir a establecer puentes que nos lleven al diálogo entre nosotros, los colombianos. No podemos contentarnos con los análisis del porqué se llegó al resultado del plebiscito, ni qué sucede con el número de abstencionistas, o el porqué de esa respuesta masiva que días después salió a las calles en las diferentes ciudades del país, gritando: “¡Queremos la paz!”. Todo ello es importante pero no suficiente. No podemos dejarnos enredar por los que mienten, confunden y engañan, anteponiendo sus intereses egoístas y mezquinos gracias a los beneficios que les produce esta situación de desconcierto. Trabajar decididamente por la paz nos hace escuchar a las víctimas de esta guerra, considerar lo que hemos vivido en el pasado y anhelar un futuro mejor para el mañana. Son los rostros de niños y de jóvenes los que hacen que no desfallezcamos en nuestro trabajo por la paz. Quizás el Nobel por la paz otorgado al presidente Juan Manuel Santos no es otra cosa que el reconocimiento al pueblo de Colombia no sólo por lo que ha realizado sino por lo que todavía hemos de hacer a favor de la paz. Es el tiempo de avivar el fuego que nos lleve a recobrar el ánimo y la energía necesarios para invertir nuestras existencias en hacer que la paz sea posible.

Víctor M. Martínez, S.J.

Teólogo

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