Pliego
Portadilla del Pliego, nº 3344
Nº 3.344

Abuso, protección y Sínodo de los Obispos 2023

Durante mucho tiempo y para muchas personas, pensar en la Iglesia ha evocado un cierto sentimiento de orgullo. Se pueden encontrar muchas razones para ello. ¡Cuánta belleza en la liturgia, en el arte promovido por la Iglesia y en la arquitectura de los edificios sagrados, que se extendían a lo largo de un país! ¡Cuánta historia a la que remitía la Iglesia, que se remonta a siglos atrás, y ha influido y sigue influyendo en la vida de muchos países hasta la época actual! ¡Qué profundidad de pensamiento en el ámbito teológico y la reflexión filosófica, que la Iglesia ha fomentado y respaldado!



¡Qué grandeza y amplitud en todo el mundo, abarcando las culturas y continentes más diversos, y permitiendo que, a pesar de todas las diferencias, uno se sienta parte de un todo más grande! ¡Qué intensidad espiritual, que ha sido la base para el sacrificio y la dedicación de muchos santos!

Estas son solo algunas de las razones por las que uno podría sentirse orgulloso en el buen sentido de ser católico; orgulloso porque se sentía parte de algo más grande; orgulloso porque, mediante la pertenencia a la Iglesia, se contribuía de alguna manera, ya fuera a través de donaciones materiales, compromiso social en la comunidad parroquial, oración conjunta, celebración del culto, santificación de la vida cotidiana y mucho más, ya fuera con el voluntariado o en el trabajo remunerado.

Pérdida de confianza

¿Y ahora se supone que todo esto ha terminado? ¿Todo fue solo una gran ilusión, un gran engaño? ¿Era solo fachada? Ante el escándalo de abusos en el ámbito de la responsabilidad de la Iglesia católica y la mirada al abismo de delitos y fracasos, encubrimientos y omisiones, cada vez más personas en más países se hacen esta pregunta. La conmoción por lo ocurrido y la pérdida de confianza asociada afectan tanto dentro como fuera de la Iglesia. La gente se aleja en masa y hasta miembros de la Iglesia que antes eran muy activos y comprometidos comienzan a dudar.

Desde un punto de vista psicológico, algunos patrones de reacción ante la crisis de abusos que se ha vivido en todo el mundo durante décadas son relativamente fáciles de explicar. Estas reacciones van desde la negación hasta la depresión absoluta, desde la defensa agresiva hasta el activismo agitado y vacío.

Aferrados al pasado

Ante tanta impotencia, algunos pastores también se bloquean y buscan su salvación y la de su rebaño en una huida a tiempos pasados. Sin una alternativa aparente, se aferran desesperadamente a algo que ya no se puede retener y creen así poder recuperar el antiguo esplendor y gloria. El abuso y su insuficiente tratamiento no serían más que notas a pie de página en el libro de la gran historia de la Iglesia. Habría que orientarse por esta gran historia, revivirla, para que todo vuelva a estar bien…

Otros prefieren huir lejos, dejar todo atrás, empezar de nuevo, de cero. Se necesitan reformas radicales, un gran ‘reseteo’. Todo lo antiguo es malo, solo lo nuevo es bueno. Solo lo antiguo –antiguas estructuras, procedimientos, predecesores– tiene la culpa del abuso; pero ya no volverá a ocurrir con su nuevo enfoque, con sus propios sucesores, ya que llegará una nueva etapa buena.

Cerrazón y engaño

Otros endurecen su corazón. No quieren ver la multitud de autores y encubridores y prefieren hablar de casos aislados, aunque lamentables, pero más o menos insignificantes en el conjunto. También hay quienes, en este contexto, hablan de que el abuso no es más que una ocasión que aprovechan las fuerzas críticas y hostiles a la Iglesia para hacer su correspondiente campaña. Las personas afectadas por los abusos, algunas de las cuales tienen que soportar el sufrimiento que se les inflige durante el resto de sus vidas, quedan prácticamente excluidas desde esta perspectiva.

Y, finalmente, están los que hacen todo lo posible para que los abusos no salgan a la luz. Encubren, se saltan la ley, mienten, engañan, demoran y muchas otras cosas. El por qué lo hacen acaba siendo siempre un misterio. Tal vez, ellos mismos tengan algo que ocultar en su vida y teman que esas partes oscuras salgan a la luz si se destapan los casos de abuso. Quizás tengan poca autoestima y personalidad, y crean que los casos de abuso que se hacen públicos destruyen la imagen de la Iglesia y, con ella, la suya propia, pues se han puesto enteramente al servicio de la Iglesia, sin la cual quizás nada tendría sentido. Tal vez, al encubrirlos, quieran presentarse como supuestos hijos especialmente obedientes de la Iglesia, para, en última instancia, mantener mejores posibilidades de hacer carrera. Quizás, simplemente, tengan miedo a posibles conflictos, y a la determinación y firmeza necesarias ante ellos.

Dignidad herida

Cualquiera que sea el patrón de comportamiento psicológico de los mencionados y los no mencionados, el resultado concreto y práctico es siempre el mismo. Se vulnera un principio cristiano básico, que Josemaría Escrivá de Balaguer expresó así: “En (…) los seres humanos debemos ver a Cristo, que nos encuentra en ellos. Ninguna vida humana está aislada, todas están entrelazadas entre sí. Nadie es como un verso sin referencia, todos son parte de la misma poesía divina que Dios compone con la colaboración de nuestra libertad”. Quienes cometen abusos y los encubren, los niegan, no los toman en serio y no quieren reconocerlos, aceptan que a las víctimas se les prive de libertad, se les hiera en su dignidad y se les aísle.

Si la comunidad eclesial y sus representantes lo permiten, entonces contradicen su mensaje que incluye la opción por los pequeños, los débiles, los indefensos y los vulnerables. De esta manera, pierden credibilidad y ya no pueden cumplir con su misión. La Iglesia deja de ser la levadura, la luz del mundo y la sal de la tierra, y se comporta más bien como el ladrón en la noche. Su voz profética, que debe proclamar la Buena Nueva de Jesús en el mundo y a veces incluso contra el mundo, deja de tomarse en serio y se apaga. (…)

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Índice del Pliego

ANTECEDENTES Y CONTEXTOS

INICIO Y ENFOQUE

PREGUNTAS Y DUDAS

PRINCIPIOS BÁSICOS Y PUNTOS CLAVE

PERSPECTIVAS Y TAREAS

DESARROLLOS Y OPORTUNIDADES

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