Para Manos Unidas, la COP28 ha sido “decepcionante” por “su incapacidad para establecer con claridad una hoja de ruta”

  • Marco Gordillo, coordinador de Campañas de la ONG de desarrollo de la Iglesia, cree que “los esfuerzos son absolutamente insuficientes para cumplir con el Acuerdo de París”
  • “Es un éxito del enorme lobby de las petroleras , que, una vez más, han conseguido que no se consensue de forma tajante el final de la era de los combustibles fósiles”
  • Para miles de personas, una mala concepción de la transición energética “significa la destrucción de su territorio, su patrimonio natural y la violación de sus derechos”

Cumbre del Clima de Dubái, COP28

Nada más clausurarse la Cumbre del Clima de Dubái, Vida Nueva ha consultado la opinión de Marco Gordillo, coordinador del Departamento de Campañas, Incidencia y Trabajo en Red de Manos Unidas. Y es que la ONG de desarrollo de la Iglesia ha seguido muy de cerca el trabajo diario en la COP28 a través de las redes CIDSE y Enlázate por la Justicia.



Para Gordillo, “como viene siendo ya habitual en estas cumbres, a última hora y ya fuera de plazo, los países que participan en la COP anuncian felices el acuerdo de declaración final al que han llegado, después de escenificar posiciones opuestas y muy alejadas entre sí respecto de los temas esenciales sobre los que hay que acordar los objetivos, los pasos y los compromisos. La COP28 no ha sido diferente”.

Un primer balance

A la hora de hacer “un primer balance”, hay que tener en cuenta que toda Cumbre Climática de la ONU gira en torno a tres cuestiones básicas. La primera de ellas trata sobre cómo mitigar o disminuir la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana y que son la causa directa del calentamiento global, buscando atajar las causas. La segunda aborda la necesidad de adaptarnos a los cambios imparables o irreversibles, y cada vez más intensos, provocados por el cambio climático y sus consecuencias”.

Y la tercera “versa sobre la distribución de las cargas y las diferentes responsabilidades entre los países a la hora de pagar las facturas o realizar esfuerzos de mitigación o adaptación, pues no es lo mismo China que Uganda o Haití”. Un concepto, este último, que entronca con la “justicia climática”, hablándose de “responsabilidades compartidas, pero diferenciadas”.

En cuanto a la “mitigación”, el representante de Manos Unidas cree que, “en 2024, la COP29 será clave. Allí, cada país planteará sus nuevos compromisos de reducción de emisiones para un nuevo período, con la finalidad de cumplir con el Acuerdo de París, y su objetivo de no superar en 1.5ºC el aumento de la temperatura. Para ello, la cumbre de Dubái debía hacer balance de lo conseguido hasta ahora y, a partir de ahí, plantear el nuevo nivel de ambición, necesario para mantenerse dentro de los objetivos de París”.

Por encima de los 3ºC

En este sentido, “el balance se hizo y se constató lo que todos ya sabíamos. Que los esfuerzos del conjunto de los países hasta el día de hoy son absolutamente insuficientes para cumplir con el Acuerdo de París. Con el ritmo actual de emisiones y sus previsiones de crecimiento en los próximos años, nos estamos asegurando un mundo con una temperatura media por encima de 3ºC para la segunda mitad del siglo XXI”.

Pero “lo realmente decepcionante de la COP28 ha sido su incapacidad para establecer con claridad y unanimidad la hoja de ruta para volver a alinearse con París, y la urgencia para hacerlo. Se ha conseguido, por primera vez, que en una declaración final se hable de ‘dejar atrás los combustibles fósiles’. Y se vende como un gran éxito. Pero no lo es. Llevamos 30 años de reuniones anuales entre casi 200 países para combatir el cambio climático, y mencionar en un documento final, después de tres décadas, lo obvio, no es ningún avance significativo”.

Es más, “es un éxito del enorme lobby de las petroleras y de los países cuya economía depende del petróleo. Una vez más, han conseguido que no se consensue de forma tajante el final de la era de los combustibles fósiles, que no se pongan fechas ni objetivos, que no use un lenguaje prescriptivo y que siga abierta la puerta para hablar de ‘cero emisiones netas’, lo que implica aceptar que se pueden seguir emitiendo gases invernadero, mientras seamos capaces de compensar carbono con el uso de la tecnología”.

¿Un resultado positivo?

Respecto a la “adaptación”, surge “el gran tema de ‘la transición energética’. Siendo la energía una de las columnas vertebrales vinculadas al cambio climático, la eficiencia energética, las energías renovables y el abandono definitivo de los combustibles fósiles son los tres pilares de esta transición. Además de la cuestión de los combustibles fósiles, la declaración final incluye un llamado a los países para triplicar las renovables y duplicar la eficiencia energética, de aquí al 2030. Inicialmente, esto parece un resultado coherente y positivo para favorecer la adaptación global a un mundo con energías limpias”.

Sin embargo, “como ya hemos señalado desde la red Enlázate por la Justicia, nos preocupa enormemente el cada vez mayor impacto ambiental y social de la transición energética, en la que el impulso de las energías renovables va de la mano de la intensificación de la minería y del aumento de la demanda sobre los minerales ‘estratégicos’ o ‘de transición’ (litio, cobre, cobalto, níquel, etc.)”.

Como enfatiza Gordillo, “somos testigos directos y acompañamos a comunidades que en diferentes países del mundo están sufriendo el embate de la minería, sin un marco regulatorio que garantice derechos y procedimientos, y que está provocando grandes impactos ambientales, daños irreparables a la naturaleza, invasión de territorios ancestrales, violación de derechos individuales y colectivos”.

Una mala noticia

Frente a esta realidad, “no podemos seguir apoyando una narrativa simplista sobre la transición energética, a sabiendas de que la producción y el uso de las energías renovables son una buena noticia para algunos países, para las personas que tienen acceso y se ven beneficiadas por estas tecnologías, para las empresas que las producen… Pero son una mala noticia para miles de personas para quienes la transición significa destrucción de su territorio, de su patrimonio natural y la violación de sus derechos”.

Esta última idea entronca con la de la “justicia climática”. Y aquí sí ha habido una buena noticia, siendo “uno de los grandes éxitos de la COP28 la creación del nuevo fondo para pérdidas y daños provocados por el cambio climático en los países más pobres y vulnerables. El fondo fue finalmente aprobado el año pasado, pero había que darle forma y contenido. Y eso es lo que se ha hecho, iniciándose con una disposición de 700 millones de dólares, de los cuales entre 300 y 400 proceden de países de la Unión Europea, y unos 100 de los Emiratos”.

De este modo, “es un paso positivo, urgente y necesario. Porque los impactos del cambio climático se han intensificado en estos años, y van a más”. Aunque también es cierto que “queda mucho por hacer: contar con fondos significativos para afrontar pérdidas y daños por desastres naturales (700 millones para todo el mundo no es nada), la participación real y comprometida de otros países desarrollados, garantizar el acceso a los fondos por parte de las personas más vulnerables, contar con una gobernanza de calidad en este fondo, con criterios claros, con transparencia sobre su accesibilidad, uso y rendición de cuentas, etc”.

Solo tímidos avances

En conclusión, para Gordillo queda claro que “la COP28 ha realizado tímidos avances para luchar de manera decidida contra el cambio climático. Raquíticos en relación a la causa del problema, la disminución de gases de efecto invernadero, y al ritmo de disminución de emisiones que plantea la ciencia para seguir alineados con los objetivos del Acuerdo de París”.

Solo es “un poco más esperanzador” lo que va “en relación a los procesos de adaptación y de justicia climática, destacando especialmente la disposición, después de años de debates, de un fondo para afrontar los daños y las pérdidas provocados por el cambio climático en los países más pobres”.

Desde esta compleja (y dolorosa) realidad, “Manos Unidas y Enlázate por la Justicia nos unimos a la voz exigente del papa Francisco, y a las comunidades vulnerables que acompañamos, exigiendo a nuestros gobernantes, una vez más, ¡justicia climática, ya!”.

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