Obispos apelan a ‘Dignitas infinita’ frente al caso de Ana Estrada, primera peruana en recibir la eutanasia

Los prelados han lamentado esta decisión del tribunal, porque “vulnera el derecho inalienable a la vida”

Ana Estrada Ugarte, primeraperuana en recibir la eutanasia

Ana Estrada Ugarte falleció, luego de someterse a un procedimiento de eutanasia o muerte asistida. Es el primer caso que se registra en Perú tras lograr que la Justicia reconociera su caso.



De hecho, fue el 23 de febrero de 2021 cuando la Corte Superior de Justicia de Lima ordenó al Ministerio de Salud respetar la voluntad de Estrada para que no se aplicara el Código Penal, pues en el país esto es un delito con penas de hasta tres años de cárcel.

Los obispos han lamentado esta decisión del tribunal, porque “vulnera el derecho inalienable a la vida. Como afirmamos en un comunicado en el 2021, la eutanasia siempre será un camino equivocado, el cual ninguna autoridad puede legitimar ni permitir”.

Nada justifica la muerte

Los prelados apelaron a la declaración Dignitas infinita en la que el papa Francisco fija posición sobre la llamada ‘muerte digna’ que es contraria “a la dignidad de la persona humana”.

“El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, posee una intrínseca dignidad que nadie puede negarla ni restarla. Esta dignidad se hace más profunda por la encarnación de Cristo, que tiene naturaleza humana y vive la experiencia del ser humano”, apuntaron.

Frente a este hecho, “hay que reafirmar con fuerza que el sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es intrínseca e inalienablemente propia, sino que puede convertirse en una oportunidad para reforzar los lazos de pertenencia mutua”.

Consideran que nada justifica la muerte de un ser humano, puesto que “la vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional”.

En definitiva, la vida “tiene al misma dignidad y el mismo valor para todos y cada uno: el respeto de la vida del otro es el mismo que se debe a la propia existencia”.

Derrota para todos

Para los prelados el cristianismo “revela y confiesa que el cuerpo humano es templo del Espíritu Santo, la vida es un don de Dios recibido para cuidarla”, por tanto, ayudar al suicida a quitarse la vida “es una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo”.

El Santo Padre ha dejado muy claro en Dignitas infinita: “debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio. La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada”.

Recordaron que la Constitución y las leyes peruanas amparan y defienden la vida desde la concepción hasta su término natural”, por consiguiente, ninguna autoridad puede estar facultada para “imponerla o permitirla legítimamente”.

Como dice Francisco: “La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos”. En estos momentos, los obispos invitaron a la sociedad a vivir la esperanza y, frente a estas dificultades, llamaron a “la serenidad y discernimiento” con la “certeza y garantía de nuestra resurrección final en Cristo”.

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