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Ética pensada y compartida


Esta obra-homenaje a Augusto Hortal (Univ. Pontificia Comillas, 2009) es recensionada por José Ramón Amor Pan.

Libro-Ética-pensada

Ética pensada y compartida. Libro homenaje a Augusto Hortal

Camino Cañón-Alicia Villar (eds.)

Edita: Universidad Pontificia Comillas

Ciudad: Madrid

Páginas: 436


(José Ramón Amor Pan) Augusto Hortal (Mérida, 1938) pertenece a ese grupo de eximios profesores de la Universidad Pontificia Comillas a los que ha llegado la hora de la jubilación. Este libro –cuyo título no podría ser más apropiado– es el justo y cálido homenaje que algunos compañeros y amigos han querido tributarle con esa ocasión. En él escriben 22 profesores de Valencia, Deusto, Pontificia de Salamanca, Javierana de Bogotá, Católica de Chile y, por supuesto, Comillas: Agustín Domingo Moratalla, Fernando Vidal, Xavier Etxeberría, Miguel Gª-Baró, Jesús Conill, Adela Cortina y José Gómez Caffarena, entre otros.

En sus páginas hay lúcidas contribuciones sobre Ética General, Filosofía Social y Política, Ética de las Profesiones, Historia de la Ética, Hermenéutica, Bioética y Humanismo, que son otras tantas parcelas a las que Hortal ha dedicado sus esfuerzos, no sólo intelectuales sino también pastorales y –me atrevo a decir– existenciales.

Y es que, como se dice en el prólogo, a Hortal, más que ejercicios hueros y piruetas intelectuales, le ha interesado indagar las condiciones que hacen posible una vida buena en variedad de tiempos, circunstancias y culturas, asunto sobre el que ha enseñado, escrito y conversado ampliamente. Durante las dos últimas décadas esta preocupación le llevó a desarrollar un amplio magisterio sobre la Ética de las Profesiones, introduciendo en nuestro país una línea de trabajo bien importante y fecunda.

Finalizo esta breve presentación con unas palabras de la contribución de Lydia Feito: “Debemos elegir, pues, entre una sociedad de enemigos o una sociedad de ciudadanos que colaboran y en la que las organizaciones están al servicio de intereses comunes. Se trata de buscar una forma de reconocimiento que se oponga al fatalismo antropológico. Podemos promover y fomentar una actitud de competitividad, efectividad a cualquier precio y beneficio económico. Podemos enseñar y entrenar para aprovechar las posibilidades y para atacar atraídos por la debilidad del enemigo. O podemos educar para ser personas y fomentar un compromiso con la justicia y el bienestar global (…) Si seguimos enseñando la supervivencia, en lugar de la convivencia, jamás cambiaremos ese sistema que asumimos como una suerte de mal necesario e inapelable. Sin una cierta dosis de heroísmo, estamos condenados a la inmoralidad de una sociedad en la que no parece haber más valor que el dinero”. Hortal, desde la Compañía de Jesús y desde Comillas, ha sido uno de los héroes que ha encarnado esa lucha por una sociedad más humana.

En el nº 2.676 de Vida Nueva.

Actualizado
25/09/2009 | 09:32
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