Una obra de Joseph P. Chinnici (Desclée De Brouwer, 2011). La recensión es de Jesús Sastre García.
Cuando los valores chocan. La Iglesia Católica, los abusos sexuales y los retos de la jerarquía eclesiástica
Autor: Joseph P. Chinnici
Editorial: Desclée De Brouwer
Ciudad: Bilbao
Páginas: 294
JESÚS SASTRE GARCÍA | El subtítulo del libro clarifica la perspectiva desde la que se trata el tema de la pedofilia en el clero: La Iglesia Católica, los abusos sexuales y los retos de la jerarquía eclesiástica. El autor es franciscano, catedrático de Historia y provincial de California cuando aparecen los abusos en su orden; a él le tocó gestionar este tema y, desde la experiencia vivida, escribe estas páginas, que han servido de referencia a la Iglesia estadounidense en la confección de pautas para atajar esta lacra eclesial y social. Además, es un agudo observador de la Iglesia de su país.
Meses atrás, aparecía en esta revista la recensión del libro de G. Cucci-H. Zollner, Iglesia y pedofilia: una herida abierta (Sal Terrae). La aproximación era psicológico-pastoral, una perspectiva necesaria pero insuficiente, pues todo problema debe ser analizado en el contexto en que aparece, y este es el enfoque de Chinnici. En este sentido, ambos libros se complementan, pero el marco institucional es fundamental, tanto para analizar los porqués del problema como para encontrar las soluciones adecuadas.
Cuando los valores chocan se refiere al enfoque, poco frecuente, en el análisis de problemas en la Iglesia. El objetivo de estas páginas es recuperar “la credibilidad y la confianza” dentro de la Iglesia y en su relación con el mundo. La Iglesia como institución social reclama autoridad moral, y como institución religiosa proclama la verdad y llama a la santidad. Ante tantos casos de abusos sexuales de sacerdotes y religiosos, muchos creyentes se preguntan: “¿Cómo ha podido suceder esto entre nosotros?”. ¿Por qué ha sucedido y cómo recuperar la confianza y la credibilidad?
El método seguido tiene en cuenta los diferentes elementos que convergen en este gravísimo problema; por tanto, el tratamiento pasa por un enfoque global, público y sistémico. No vale, como se ha demostrado, el enfoque basado en la invisibilidad del escándalo, las maniobras legales, los traslados de destino de los implicados y el olvido de las víctimas.
¿Qué hacer cuando un creyente, máxime si es responsable jerárquico, se ve “atrapado” en una red de responsabilidades en conflicto? La gestión de los abusos del clero ha puesto al descubierto el “problema relacional” en la Iglesia: la relación entre las comunidades y el poder dentro de la misma también es parte del problema y de las soluciones. El “poder relacional constructivo” no se reduce a la sacra potestas ni a lo que precisa el Derecho Canónico; al contrario, está al servicio de la creación de espacios éticos de mutua confianza y colaboración.
Lo ocurrido en Boston es un ejemplo evidente de cómo un mal análisis y una peor solución a base de ocultamientos y errores ha viciado el clima eclesial y social hasta límites insospechados. ¿Qué comprensión teológica y eclesiológica ha sustentado estos análisis y actuaciones tan equivocados?
La primacía del amor
Las reflexiones de Chinnici se alimentan de aportaciones teológicas y de la espiritualidad franciscana. Las páginas de este libro están muy documentadas, como reflejan sus abundantes notas. Desde la iluminación teológica, propone que hay que partir de lo que es común a todos los seres humanos: el sentirnos hermanos y la jerarquía y la comunidad dentro de la fraternidad de los seguidores de Jesús. El poder, los bienes, las disposiciones normativas, etc., están al servicio de la fraternidad, no por encima de ella. Esto solo será posible si recuperamos la primacía del amor que se deriva de la teología trinitaria.
Este cuadro referencial para los creyentes choca con las relaciones de abuso sexual y cómo se ha gestionado este problema durante mucho tiempo. Si analizamos con detenimiento, la misma definición de escándalo ha cambiado en las diferentes etapas por las que ha pasado este problema. Al principio, el querer evitar el escándalo llevó al secretismo, la ocultación de informes, el no denunciar ante las autoridades civiles, ignorar antecedentes, propiciar compensaciones económicas secretas, etc.
Escándalo y justicia parecían conceptos relativos y con poca relación con lo que dice el Evangelio. ¿No era escándalo la actividad de ocultar el escándalo?, se pregunta al autor. La inacción de la jerarquía ha sido “gravemente pecaminosa” (Informe de la Comisión de los obispos de EE.UU.). “¿Cómo los líderes que así han procedido pueden ser portadores de una doctrina santa?”.
En este choque de valores, “lo que está en juego no es una estructura u otra, sino nuestra imagen de Dios, la presencia de Dios en la historia y la llamada providencial de Dios a vivir en comunión” (p. 203). Se han buscado soluciones rápidas y prácticas desde las cuestiones legales, más que dialogar y discernir opciones entre todos los miembros de la comunidad.
Una de las conclusiones importantes a las que llega el autor es la siguiente: “La convergencia de acontecimientos señala la existencia de una conexión entre la crisis, las tendencias de poder dentro de la sociedad, y las tensiones heredadas entre la dimensión jerárquica y la dimensión comunitaria de la Iglesia” (pp. 253-254).
Sin olvidar otras perspectivas, el libro nos remite a una reflexión eclesiológica sobre el tema del poder, las relaciones, el uso de los bienes y el modo de entender el prestigio social (autoridad moral). ¿Qué podemos hacer para que la fe libere nuestras energías para poder mirar el futuro con verdad y confianza? En la formación de los sacerdotes y religiosos hay que mantener viva la memoria de lo sucedido para no olvidar la bondad de Dios, lo que estamos llamados a ser juntos y la adecuada solución de los retos que tenemos hoy.
En el nº 2.775 de Vida Nueva.