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Iglesia y pedofilia: una herida abierta. Una aproximación psicológico-pastoral


Un libro de Giovanni Cucci y Hans Zollner (Sal Terrae, 2010). La recensión es de Luis María García Domínguez, sj.

Iglesia y pedofilia: una herida abierta. Una aproximación psicológico-pastoral

Autor: Giovanni Cucci y Hans Zollner

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander

Páginas: 160

LUIS MARÍA GARCÍA DOMÍNGUEZ, SJ | La pedofilia de algunos sacerdotes y religiosos es una herida abierta en la vida de la Iglesia que suscita serios interrogantes: ¿cómo es posible que personas consagradas a Dios hayan realizado semejantes conductas? ¿Qué dinamismos psíquicos entran en juego? ¿Se puede evitar que suceda en el futuro algo parecido? Sigue siendo necesaria una reflexión que proporcione nuevas respuestas.

Tal es el objetivo de este libro (Iglesia y pedofilia: una herida abierta. Una aproximación psicológico-pastoral), publicado dentro de la colección ‘Servidores y Testigos’ de Sal Terrae, que está escrito por dos jesuitas profesores de la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), con sobrada competencia para afrontar la cuestión. Giovanni Cucci es licenciado en Psicología y doctor en Filosofía; Hans Zollner es doctor en Teología y en Psicología, actualmente vicerrector académico y decano del Instituto de Psicología.

Ambos escriben desde dentro de la Iglesia; sin miedo a reconocer los errores cometidos, pero también recordando que ni el clero católico es el colectivo más condenado por este delito ni el celibato sacerdotal es un determinante de la pedofilia. En su trabajo exponen con rigor académico los datos y reflexiones de especialistas reconocidos en la materia, citados en las numerosas notas al texto.

El análisis de la pedofilia se hace desde una perspectiva psicológica (capítulo 1), partiendo de su complejidad, pues los distintos términos (pedofilia, efebofilia, hebefilia, pederastia, parafilia o perversión) son definidos y analizados de manera muy diferente en los textos profesionales. Tampoco es fácil delimitar un “perfil” claro del abusador, que en general es varón, pues aparecen muy distintos rasgos, incluidos los casados y con hijos: familiares de la víctima (en dos tercios de los casos), amigos, profesionales de prestigio, políticos, dirigentes, sacerdotes, docentes, educadores o entrenadores deportivos.

Entre los sacerdotes acusados de abusos, predomina (60%) la relación con adolescentes o efebofilia, más que abusos heterosexuales (30%), y que la relación con niños o pedofilia propiamente dicha (10%). En los Estados Unidos, los delitos denunciados de miembros de la Iglesia católica constituyen poco más del 3% del total de abusos sexuales a menores; una proporción menor que las denuncias a clérigos de otras confesiones sin celibato.

Rasgos psicológicos

Algunos rasgos psicológicos parecen repetirse en los abusadores, aunque deben ser tomados de modo conjunto: confusión en la orientación sexual; intereses y relaciones de tipo infantil, con pobres relaciones con adultos; un desarrollo excesivamente estimulado en el área sexual o, por el contrario, altamente reprimido; una historia personal de violencia afectiva, física o sexual; y una personalidad pasiva, introvertida y dependiente, con una pobre integración de la agresividad. Es frecuente el sujeto pasivo y dependiente, falsamente sumiso, que descarga su rabia en relaciones muy erotizadas con menores, para volver a su pasado herido mediante una especie de “compulsión repetitiva”.

Los autores también consideran (capítulo 2) que existe cierta ambivalencia cultural en torno a la pedofilia, reflejada en el silencio de los especialistas en psicología, en la oscuridad del concepto en los manuales diagnósticos al uso y en algunas manifestaciones políticas que suponen las relaciones con menores como signo de progreso.

Las propuestas para una formación adecuada de los candidatos al sacerdocio (capítulo 3) tienen como referencia una madurez entendida como capacidad de relación y como integración de la afectividad con las dimensiones cognoscitiva y volitiva. De ahí se derivan algunos criterios positivos para la selección de los candidatos, como mostrar una espiritualidad afectiva, una estable identidad sexual, la capacidad de un amor oblativo, la capacidad de vivir la soledad y mantener relaciones sanas, mostrar un deseo continuo de crecer y una buena integración de la agresividad.

La figura del formador de futuros sacerdotes y religiosos (capítulo 4) cobra importancia central para poder conocer y afrontar a tiempo las posibles dificultades afectivas y sexuales del candidato. El formador debe mantener una adecuada relación (no transferencial) con él para evitar el favoritismo o la dependencia afectiva. Por otra parte, en la formación sacerdotal se ha de integrar la psicología para la selección y el crecimiento integral de los candidatos. De este modo, se podrá detectar una posible inmadurez en las áreas de la dependencia, la agresividad, la asunción de responsabilidades, las relaciones con iguales o con la autoridad, o en la identidad sexual.

Formación

Pues sigue siendo válida la antigua afirmación que recordaba Pablo VI en la formación de los sacerdotes: la gracia no suple los defectos de la naturaleza, de modo que la vocación surge y crece en una personalidad psíquica determinada.

La obra de Cucci y Zollner, que limita su estudio a los aspectos anteriormente indicados, termina con una bibliografía sobre el tema y ofrece la Carta pastoral de Benedicto XVI a los católicos de Irlanda (19 de marzo de 2010). El libro que presentamos se muestra abierto a la esperanza, pero invita a la reflexión y propone mejoras en el discernimiento y la formación sacerdotal. Por eso parece de lectura obligada para todos los formadores de vocaciones sacerdotales y religiosas, así como para los candidatos mismos; y, en general, para las personas interesadas por un tratamiento del tema más profundo que el ofrecido por algunos medios de comunicación.

En el nº 2.754 de Vida Nueva.

Actualizado
19/05/2011 | 12:53
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