Francisco vuelve a poner el foco en la inteligencia artificial: “Se cierne el espectro de una nueva esclavitud”

  • Se ha presentado hoy el mensaje papal para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
  • Bergoglio reclama “una mirada espiritual”: “Esta época corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad”
  • Urge “despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia”
  • Para ser “más libres”, no podemos caer “en un pantano desconocido, al servicio de los intereses del mercado o del poder”
  • DOCUMENTOS: Mensaje de Francisco en la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

inteligencia artificial

Al igual que ya hiciera en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero, este miércoles 24, en la solemnidad de Francisco de Sales, patrón de los periodistas, el papa Francisco dedica a la inteligencia artificial su reflexión ante la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra el 12 de mayo.



Bajo el título ‘Inteligencia artificial y sabiduría del corazón, para una comunicación plenamente humana’, Bergoglio señala que “la evolución de los sistemas” por parte de esta tecnología “está modificando radicalmente la información y la comunicación y, a través de ellas, algunos de los fundamentos de la convivencia civil”.

Un cambio que afecta a todos

Ante este “cambio que afecta a todos, no solo a los profesionales”, Bergoglio es consciente de que “la difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación y nos coloca inevitablemente frente a preguntas fundamentales: ¿qué es pues el hombre? ¿cuál es su especificidad y cuál será el futuro de esta especie nuestra llamada homo sapiens, en la era de las inteligencias artificiales? ¿Cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y orientar hacia el bien el cambio cultural en curso?”.

Frente a este reto, “conviene despejar el terreno de lecturas catastrofistas y de sus efectos paralizantes. Hace un siglo, Romano Guardini, reflexionando sobre la tecnología y el hombre, instaba a no ponerse rígidos ante lo ‘nuevo’ intentando ‘conservar un mundo de infinita belleza que está a punto de desaparecer’”.

Como el pensador “advertía proféticamente”, ante una serie de “problemas técnicos, científicos y políticos”, el foco ha de estar en “resolverlos planteándolos desde el punto de vista humano. Es preciso que brote una nueva humanidad de profunda espiritualidad, de una libertad y una vida interior nuevas”.

La sabiduría del corazón

Para Francisco, “en esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión solo puede partir del corazón humano. Solo dotándonos de una mirada espiritual, solo recuperando una sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana”.

Desde este punto de vista, “el corazón, bíblicamente entendido como la sede de la libertad y de las decisiones más importantes de la vida, es símbolo de integridad, de unidad, a la vez que evoca afectos, deseos, sueños, y es sobre todo el lugar interior del encuentro con Dios. La sabiduría del corazón es, pues, esa virtud que nos permite entrelazar el todo y las partes, las decisiones y sus consecuencias, las capacidades y las fragilidades, el pasado y el futuro, el yo y el nosotros”.

Conscientes de que, “sin esta sabiduría, la existencia se vuelve insípida”, el Pontífice es claro en su advertencia: “No podemos esperar esta sabiduría de las máquinas. Aunque el término inteligencia artificial ha suplantado al más correcto utilizado en la literatura científica, ‘machine learning’, el uso mismo de la palabra ‘inteligencia’ es engañoso. Sin duda, las máquinas poseen una capacidad inconmensurablemente mayor que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí, pero corresponde al hombre, y solo a él, descifrar su significado”.

Un ser autorreferencial

Para Bergoglio, “no se trata, pues, de exigir que las máquinas parezcan humanas; sino más bien de despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial, separado de todo vínculo social y ajeno a su creaturalidad”.

Si, históricamente, “el hombre siempre ha experimentado que no puede bastarse a sí mismo e intenta superar su vulnerabilidad utilizando cualquier medio”, cayendo en “la tentación original de llegar a ser como Dios sin Dios”, la realidad es que “todo lo que está en manos del hombre se convierte en una oportunidad o en un peligro. Su propio cuerpo, creado para ser un lugar de comunicación y comunión, puede convertirse en un medio de agresión”.

Igualmente, “toda extensión técnica del hombre puede ser un instrumento de servicio amoroso o de dominación hostil”. De un modo positivo, “los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes”. Pero, en lo negativo, también “pueden ser instrumentos de ‘contaminación cognitiva, de alteración de la realidad a través de narrativas parcial o totalmente falsas que se creen (y se comparten) como si fueran verdaderas”.

El riesgo de las ‘deepfakes’

Un claro ejemplo son las ‘deepfakes’, “imágenes que parecen perfectamente verosímiles pero que son falsas”. Algo que el Papa conoce bien, pues “también yo he sido objeto de ello” [hay numerosas imágenes suyas en este sentido en internet].

Por todo ello, “es importante tener la capacidad de entender, comprender y regular herramientas que en manos equivocadas podrían abrir escenarios adversos. Como todo lo que ha salido de la mente y de las manos del hombre, los algoritmos. Por ello, es necesario actuar preventivamente, proponiendo modelos de regulación ética para frenar las implicaciones nocivas y discriminatorias, socialmente injustas, de los sistemas de inteligencia artificial y contrarrestar su uso en la reducción del pluralismo, la polarización de la opinión pública o la construcción de un pensamiento único”.

Un punto, este, en el que el Papa, como ya hiciera en el citado mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, ha llamado a la comunidad internacional “a trabajar unida para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas”.

Aumentar el pluralismo

El objetivo, en definitiva, es que “la revolución digital pueda hacernos más libres”. Algo que no conseguiremos si, “en lugar de aumentar el pluralismo de la información”, caemos “en un pantano desconocido, al servicio de los intereses del mercado o del poder”.

El mayor riesgo de deshumanización se observa en ciertas coberturas bélicas: “Pienso en los reportajes de las guerras y en la ‘guerra paralela’ que se hace mediante campañas de desinformación. Y pienso en cuántos reporteros resultan heridos o mueren sobre el terreno para permitirnos ver lo que han visto sus ojos. Porque solo tocando el sufrimiento de niños, mujeres y hombres podemos comprender lo absurdo de las guerras”.

Si no actuamos correctamente y promovemos “un sistema de información articulado y pluralista”, el riesgo es abismal, ya que “se cierne el espectro de una nueva esclavitud”. En cambio, si se camina con decisión hacia “una conquista de la libertad” y se nutre “la posibilidad de que todos participen en la elaboración del pensamiento”, el futuro del hombre estará garantizado.

Porque, como remacha Francisco, “la respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o, en cambio, si alimenta su corazón con la libertad”. Porque “solo juntos crece la capacidad de discernir, de vigilar, de ver las cosas a partir de su cumplimiento”.

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