Todas las realidades, desde las madres solteras a las viudas pasando por las parejas de hecho, cuentan para Francisco. No las equipara al matrimonio cristiano, pero tampoco las destierra. Es más, se presentan como una oportunidad para acercarles a Jesús.
Desde esta apertura que devela el Pontífice en la exhortación apostólica Amoris laetitia, subraya que “de ninguna manera la Iglesia debe renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio” ni caer en una pastoral del fracaso.
Pero eso no impide tratar de curar las heridas cotidianas en asuntos tan diversos como la responsabilidad de una educación de los hijos, los roles del padre y de la madre, el papel de la mujer, el derecho al trabajo y a una vivienda digna para construir un hogar.