Editorial

Mojarse en política para regenerar la sociedad

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Tres citas electorales en un mismo año. Comicios municipales, autonómicos y generales. Estas convocatorias tienen lugar en un contexto cambiante, donde se vislumbran unos brotes verdes frente a la crisis cuyos efectos no llegan al ciudadano de a pie, un marco político aderezado con constantes casos de corrupción que salpican a todo el arco parlamentario. Los ERE de Andalucía, la trama Gürtel o el caso Pujol han minado la credibilidad de la clase política y, sin duda alguna, de las instituciones, distanciando al pueblo soberano de quienes le representan.

Así lo constatan los obispos en la reciente instrucción pastoral, Iglesia, servidora de los pobres, al decir que “resulta urgente tomar las medidas adecuadas para poner fin a esas prácticas lesivas de la armonía social. La falta de energía en su erradicación puede abrir las puertas a indeseadas perturbaciones políticas y sociales”. [‘Iglesia, servidora de los pobres’, en 20 frases principales]

Por eso mismo no conviene perder la perspectiva, sobre todo cuando nuestro país apenas cumple tres décadas de una monarquía constitucional que le ha proporcionado a España el mayor período de estabilidad y progreso de su historia.

Más que poner en marcha cambios estructurales desde un negacionismo apocalíptico, si se busca hacer frente a este desgaste real, se requiere de una regeneración social. Este regenerar implica un cambio de personas, un relevo generacional, el impulso de nuevas iniciativas sociales, la acogida de otros proyectos políticos, la renovación de las instituciones, reformas legislativas varias… Pero son solo medios que deben estar capitaneados por un objetivo tan ambicioso como necesario. En términos eclesiales, se podría hablar de purificación de una sociedad que dejó de mirar al otro como hermano, que abandonó el principio de solidaridad por el individualismo economicista.

Frente a esto, se precisa retomar el concepto de bien común. Según apuntan las encuestas y vistos los comicios andaluces, el fin de las mayorías absolutas traerá consigo la práctica del diálogo y el consenso entre partidos si no se quiere caer en la ingobernabilidad, una apuesta por los pactos y el encuentro que tenga al ciudadano como centro y no la búsqueda de un reparto interesado del poder.

Hasta aquí, la regeneración podría verse como una receta en tercera para los políticos en activo. Sin embargo, como ha recordado Francisco estos días, el compromiso político también es cosa del cristiano. “No solo ‘puede’ hacer política, sino que ‘debe’ hacerla”, asegura. Pero lejos de promover una única plataforma confesional, el Papa anima a implicarse en las distintas realidades –“la gran y la pequeña política”–, con una llamada que suena a eslogan: “Mójate”.

Serán los católicos comprometidos primero con su fe y, a partir de ahí, con las siglas de un partido, quienes pueden iluminar unos postulados sean liberales o socialdemócratas desde el Evangelio, humanizando este servicio público, como ejercicio de caridad que dé prioridad a los pobres y quienes necesitan del empuje de las administraciones.

En la medida en que los cristianos se “mojen” en la vida pública, se palpará esa ansiada regeneración, se arrinconará a los corruptos y se mejorará la salud de nuestra democracia.

En el nº 2.940 de Vida Nueva. Del 9 al 15 de mayo de 2015

 

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