EDITORIAL VIDA NUEVA | La Acción Católica General camina lenta pero firme en su proceso de refundación. Con las turbulencias de otros tiempos superadas, se ha dado paso a un tiempo de encuentro, única vía para configurar un laicado adulto que responda las urgencias y necesidades de la Iglesia hoy, pero que sepa insertarse en el mundo actual como fermento de cambio.
La asamblea que se vivirá este verano en Santiago de Compostela se presenta como foro propicio para que todas las asociaciones que la configuran compartan inquietudes y metas. Pero, sobre todo, permitirá visibilizar que la Acción Católica no se considere un movimiento más, sino el espacio natural para que los seglares alcancen su mayoría de edad.
Para lograrlo, juegan un papel fundamental las realidades locales y que en el día a día, como ya se promueve, los obispos y párrocos apuesten por acompañar y formar a los laicos en una comunión que entienda la diversidad como fortaleza. De esta apuesta no solo se beneficiará toda la Iglesia, sino que repercutirá en una sociedad fragmentada, donde se echa en falta la presencia activa de unos laicos enviados a ser sal en medio del mundo.
Publicado en el número 3.019 de Vida Nueva. Ver sumario
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