Vivir en cristiano ante el Covid-19

Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia
Interior de Iglesia desinfectando por coronavirus

Diario del coronavirus 61: realidad desbordada

Entre las experiencias de esta pandemia, hay una que es estructural y ha sido la más radical de todas: hemos vivido una larga experiencia colectiva de realidades desbordadas. Produce una fuerte sensación e irrealidad o de hiperrealidad: que estamos en una situación imposible, que las apariencias se han disuelto y estamos en un nivel más profundo o superior de realismo. La realidad

Compartir

Diario del coronavirus 60: los canarios de la mina

El gobernador Andrew Cuomo añadió un nuevo símbolo para Nueva York al definir a la ciudad como “el canario en la mina” que con sus 20.000 muertos estaba advirtiendo de la pandemia al resto de Estados Unidos, que ya ha superado los 80.800 muertos por Covid-19, casi un tercio de los que suma todo el

Compartir

Diario del coronavirus 59: la revolución del teletrabajo

Millones de trabajadores en España hemos realizado un experimento obligado de teletrabajo que es necesario evaluar, pero que supondrá un cambio sustantivo en la cultura laboral, en la economía, en nuestras ciudades y medio ambiente, en las familias y en nuestro estilo de vida. Es un cambio de fondo. El teletrabajo obliga a otros liderazgos y a

Compartir

Diario del coronavirus 58: todo a pulmón

Esta pandemia ha tenido dos protagonistas muy humildes: nuestros dos pulmones. Me gustaría hacerles un homenaje, pues en ellos han tenido lugar las más profundas batallas de esta crisis. Cuerpo a cuerpo El coronavirus es principalmente un virus respiratorio, aunque no solo. Los millones de viriones que se reproducen en nuestras células van formando masas verdes en nuestro aparato respiratorio

Compartir

Diario del coronavirus 57: la ternura

He en esta pandemia hemos redescubierto el drama y el valor de la vulnerabilidad y en su interior, la ternura. Con ese nombre nos llegó a mitad de abril nos llegó el himno francés para resistir la pandemia. Francia cantaba esta canción cuando tenían tres mil muertes y la siguen cantando ahora, con aun mayor fuerza, cuando ya han

Compartir

Diario del coronavirus 56: el milagro de Aral

Si os gustó la metáfora de la Balsa de la Medusa, os va a encantar esta historia que ilumina la pandemia y males que padecemos. En el centro de la historia está el Mar de Aral. Mi buen amigo e hidrogeólogo Javier SanRomán me envió ayer un video asombroso que ya antes de explicarlo, comparto

Compartir

Diario del coronavirus 55: reconstrucción vecinal

El redescubrimiento de los vecinos ha sido una de las experiencias más universales durante la pandemia, especialmente en las ciudades, donde la sociabilidad vecinal se ha ido progresivamente desgastando. La Gran Desvinculación que hemos sufrido ha ido destejiendo los lazos vecinales que tan importantes fueron para las anteriores generaciones y que tan importantes son en

Compartir

Diario del coronavirus 54: síndrome del cartujo

Se habla estos días del Síndrome de la Cabaña: no querer desconfinarse por miedo al contagio y a estar en lugares y con personas que no nos ofrecen seguridad. Por ejemplo, tener que volver a viajar en autobuses o avión. Sin duda la aprensión al contagio va a acompañarnos durante un largo tiempo y algunos hábitos puede que nos queden

Compartir

Diario del coronavirus 53: reconstrucción personal

Esta cuarentena no es un retiro espiritual, sino un confinamiento sanitario, pero no solucionaremos las causas de la pandemia y su mortandad, si no nos transformamos espiritualmente como personas y sociedades para ser más justos, fraternos y sostenibles. El 18 de abril, el sociólogo Manuel Castells pidió en La Vanguardia un “reset del ser”: “El reset más profundo está en nuestras mentes y

Compartir

Diario del coronavirus 52: El gran encierro era el de antes

Segundo paseo, otra hora de ladrillos y flores. Salgo de casa y hay un nuevo signo de que la pandemia amaina: acaba de reabrir uno de los chinos del barrio. Un kilómetro son diez minutos andando de frente. Me salgo de la acera y subo a las pequeñas lomas que flanquean la circunvalación de la

Compartir