Una crítica a la ideología de género


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Francisco goza del favor de los medios y a veces casi sorprende que estos dejen pasar frases que, pronunciadas por otros, habrían despertado ataques. Pero no han dejado pasar su crítica a la ideología de género. Esto revela que el género es un punto sensible con el que el Papa no hará concesiones, sobre todo si se toca el corazón de la transmisión ideológica: la enseñanza en las escuelas. Pero también revela que esa enseñanza no es lo que se dice: una preparación de los jóvenes para que no demonicen la homosexualidad. De hecho, el Papa acompañó su discurso de una clara aceptación de los homosexuales.

Y surge la pregunta: ¿cuál es el gender que se enseña en algunas escuelas? No es una teoría, sino una ideología, o más bien la ideología utópica similar a las que en el siglo XX prometieron la realización del cielo en la tierra. Porque el gender promete la felicidad si se borra la diferencia entre hombre y mujer, con gran desprecio por la realidad biológica. Esta ideología promete la felicidad –gracias a esta igualdad– a cambio de la libertad para conceder cualquier deseo de privilegiarse a sí mismos, en lugar de construir vínculos humanos basados en la realidad. Y socavando así la familia.

Francisco explicó que se puede amar y aceptar a los homosexuales y transexuales sin tener que recurrir a este atajo ideológico. Y, en cierto sentido, ha desenmascarado los objetivos de la ideología: debilitar a la familia.

Con las palabras del Papa, la Iglesia demuestra ser impermeable a las utopías de la igualdad, aunque fue el cristianismo quien trajo al mundo ese principio. Pero la igualdad practicada por el cristianismo se basa en que todos los seres humanos son hijos de Dios. Por lo tanto, es un concepto flexible, abierto a las diferencias, lo que no quiere decir –o no debe significar– desigualdades.

Por contra, el concepto de igualdad hoy en boga no se basa en principios sólidos y compartidos y es continuamente desafiado por la evidente constatación de diferencias entre los seres humanos. En resumen, las palabras de Bergoglio confirman, una vez más, que el punto de vista católico es un ineludible y libre pensamiento crítico contra los clichés pasivamente aceptados.

Publicado en el número 3.010 de Vida Nueva. Ver sumario