Test: ¿Qué tan incluyente soy?


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Incluir es acoger una parte como miembro del mismo cuerpo. En nuestras relaciones con otros, implica reconocer que mi identidad personal -por satisfecho que esté con ella- es insuficiente para reflejar toda la riqueza de nuestra humanidad y atender todas nuestras tareas. Al incluir creamos puentes de felicidad.

Pero la inclusión también es usada como tema de propaganda para alinear a la población a favor de agendas grupales. Y entonces las contradicciones entre el discurso y la práctica se vuelven evidentes. Por ejemplo, se esgrime “inclusión” nominando a Yalitza Aparicio para un premio de la academia, mientras la realidad histórica refleja una cara tendencia no-incluyente.  Se busca retomar la dignificación femenina a la par de ‘homerosimpsonizar’ la masculinidad, en una caricatura de torpeza, banalidad y promiscuidad. Y no falta quien considere que para progresar económicamente es necesario despojar a alguien más. Todo esto dista mucho de ser una genuina inclusión.

Actriz mexicana Yalitza Aparicio

Quizá el mayor éxito de esta inclusión-aparente, sea el convencernos que la discriminación es un acto intencional realizado por personas malignas que nada tienen que ver con nosotros. Nos sabemos gente decente, y si acaso llegamos a decir algo cuestionable, nos excusamos diciendo que era en broma. Tal vez reconozcamos que a veces se nos pasa la mano, pero es poco probable aceptar que podemos ser agentes activos de la discriminación y mucho menos vernos a nosotros mismos como racistas. Así pues, la discriminación, al igual que los objetos en los espejos de los coches, está más cerca de nosotros de lo que creemos.

Cabe entonces preguntarnos si vivimos una inclusión genuina o estamos solo en una inclusión aparente o a la moda, siguiendo la agenda de alguien más. Así que a continuación, en la privacidad de tu lectura, te invito a responder para ti mismo, con un sí o un no, las siguientes ocho afirmaciones, como preludio a acciones en tu caminar.

Ocho signos de inclusión

Instrucciones: A) Revisa las siguientes ocho afirmaciones y marca aquellas donde tu respuesta sea “Sí”. B) Contesta con lo que haces, no con lo que sabes que está bien. Y también toma nota si te ves tentado a contestar con el bien-sabido, en lugar con el bien-actuado, pues también ahí hay pistas de crecimiento personal. C) Céntrate en tu reflexión genuina, no en sacar una calificación perfecta. Te deseo una fructífera reflexión.

  • El aprecio a mi persona, se basa en mis acciones y hábitos, no en las características y bienes que he heredado de otros.
  • En ocasiones pienso o hago cosas que demeritan la dignidad alguien más.
  • Cuando descubro que he estereotipado a alguien, hago un esfuerzo específico por conocer esa persona más a fondo.
  • He descubierto que hay personas a las que les tengo lástima, miedo, desconfianza o rencor, incluso antes de conocerlas.
  • Puedo apreciar la lógica de otros que no comparten mi punto de vista, sin retirarles amistad o diálogo, ya sea presencialmente o en línea.
  • He llegado a pensar que cierto tipo de personas no merecen tener ciertos derechos, ya sea por su momento de vida, sexo, condición migratoria, raza, modo de pensar, enfoque religioso o contribución económica al bien común.
  • He encontrado el modo de defender mis derechos, sin afectar o violentar los derechos de los demás.
  • Sé cómo trabajar activamente en mis círculos familiares, laborales y sociales para lograr un ambiente de benevolencia, armonía y paz.

Análisis

La inclusión genuina es un recorrido personal, no una simple disposición o una idea. Incluye aspectos intrapersonales, relacionales y sociales. La conferencia de obispos de Estados Unidos en concordancia con muchos otros estudiosos ocupados por la edificación del tejido social, recién ha emitido una carta pastoral invitándonos a superar los lastres de racismo y discriminación que siguen afectando a nuestras sociedades (USCCB, 2018).

El aspecto intrapersonal en el camino de la inclusión se centra en la capacidad para reconocer(me) como ser humano con dignidad inalienable (Pregunta 1) y a la vez con sesgos propios (Pregunta 2) derivados de mi capacidad cognitiva, formación y estímulos del medio ambiente a los que estoy expuesto.

La dinámica relacional del camino a la inclusión gira en torno a la apertura al encuentro. La apertura genuina de corazón implica superar ese cómodo encierro mental que se da al estereotipar a otros, para hacer un esfuerzo por acompañar, entender y descubrir más allá de mi postura inicial (Pregunta 3). Desde nuestra tradición decimos que, aunque ni el sesgo ni el estereotipo son pecados, la discriminación sí lo es. Sin embargo, necesitamos estar atentos a esta resbalosa pendiente, donde la abreviación perceptual, conduce a sobre simplificación de la naturaleza del otro y esto a albergar mociones de desunión en nuestro corazón (Pregunta 4). Ante ello la USCCB recomienda un examen sincero del corazón como elemento imprescindible para encuentros genuinos, donde las diversas perspectivas complementan y enriquecen, en lugar de dividir (Pregunta 5).

El aspecto social del camino de la inclusión se centra en generar cambios específicos y benéficos para todos. Hay derechos comunes y fundamentales para todo ser humano, sin importar que no tenga voz para defenderlos, más allá de sus características personales y de su trayectoria de vida (Pregunta 6). Y cuando diversas personas convergen, es necesario respetar los derechos de todos, poniendo especial a atención para no excluir a los menos favorecidos, como no-natos, niños en formación, menos-fuertes o con movilidad limitada, por ejemplo (Pregunta 7). Finalmente, la inclusión no es un bien común que surge espontáneamente, sino fruto de quienes la promueven activamente y también de quienes colaboran para ella en su vida comunitaria (Pregunta 8).

Checa la cantidad de síes que tengas en cada grupo y reflexiona sobre los fundamentos de tu actuar incluyente, en el centro de tu vida interior (1 y 2), en tu modo de relacionarte con otros (3, 4 y 5), o en realizar cambios a las estructuras y dinámicas sociales en que participas (6, 7 y 8).

Nota también las preguntas 2, 4 y 6 que invitan a una profunda autenticidad interior. Si no hay síes en ellas, quizá encuentres elementos de una benigna autocomplacencia o una expectativa de redención sin cambio ni sacrificio (Mt 16, 21-28).

¿Qué dices? ¿Te animas a ser un promotor de la inclusión?

Referencia: USCCB (2018). Open Wide our Hearts, a pastoral letter against racism. Washington, DC: United States Conference of Catholic Bishops.