José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Sin mitra ni despacho vaticano


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VIERNES. “Caridad mal entendida”. Es el veredicto de alguien con callo ante los relevos a medias, cuando la cultura del cuidado no se ha ejercido con los que están a ras de suelo.



DOMINGO. Sigo el ángelus papal por YouTube. Francisco levanta la mirada. “La cercanía es el estilo de Dios”. Vara para medir la lejanía creativa.

LUNES. Collado Villalba. Empiezan los ejercicios espirituales de los obispos. Tendrían que haberse iniciado la tarde del domingo, pero el temporal retrasó el arranque. Las carreteras nevadas y los cierres perimetrales pandémicos han dejado fuera a algún que otro obispo. Y antes de entrar a la casa, test de antígenos para evitar sustos. Inclemencias superadas, Rodríguez Olaizola toma la palabra. Esa que busca cultivar un Reino de Dios que sea “tierra de todos”. Espiritualidad ignaciana puesta al día para unos pastores que escucharán el Evangelio de la inclusión. Quizá lo necesitarían más los prelados que decidieron no apuntarse al ver el fichaje del jesuita. Mejor no pedir el listado de ausentes.

MARTES. Conversación al hilo de las acólitas y lectoras. Sobre la falta de confianza para otorgales liderazgo intraeclesial. Una cifra se cruza por el camino. La superiora general de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl está al frente de 14.000 consagradas. Sin contar laicos que colaboran con ellas en 94 países. Tan de forma callada, que a buen seguro pocos acertarían en dar su nombre. Porque ni busca mitra ni despacho vaticano.

MIÉRCOLES. Alguien a mi vera hila fino. Sobre el recorrido del ‘motu proprio’. De origen y destino. “No te olvides de que se ha firmado el domingo del Baustismo”. Y yo me acuerdo de mi básico de karaoke en los campamentos: “Es como un río de agua viva, que salta p’arriba, que llevo dentro, que firma y confirma, en este momento, el Espíritu Santo y su derramamiento”.

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