José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Repaso las notas del simposio sobre Pablo VI


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JUEVES 13. La sospecha. Solo por apellidarse cristiana y haber ganado un concurso público en igualdad de condiciones. Por ofrecer la misma formación a un mejor precio. La Universidad Católica de Ávila, en el punto de mira por el enfado de quienes han visto perdida la carrera para formar a las nuevas generaciones de la Policía Nacional. Y se deja caer que quizá por ser “católica” se pueda ser partidista a la hora de afrontar el temario.

VIERNES 14. Se esperaba de él un saludo en la sala de prensa de la Conferencia Episcopal. No más. Un comentario del porqué de su viaje y un saludo protocolario. Pero Pietro Parolin fue más allá. No hizo falta interrumpirle para lanzarle una pregunta. Él mismo dio la palabra a los periodistas. Sin ver enemigos enfrente. Y no se olvidó de apreciar el trabajo de los medios de comunicación: “Gracias por informar a la opinión pública de la Iglesia y por contribuir al anuncio del Evangelio”. [EDITORIAL: Parolin en España: aval a la prudencia y la sensatez editorial]

SÁBADO 15. “Un monstruo viene a verme”. A mí también. En la butaca. En las luchas interiores, cuando a uno le cuesta admitir que puede sentir odio o venganza por el otro. Puede aterrorizar, podemos aterrorizarnos. Lo dice un personaje al comenzar la película de Bayona: “A la gente no le gusta lo que no entiende. Les da miedo”. Sobre todo, si no miras al espejo y prefieres hacerte un selfie superficial, que ahondar en el retrato interior. Encontrarse con uno. Con los monstruos. Que no lo son tanto. Solo debilidad. Y canturreo. “En mi debilidad…”..

DOMINGO 16. Pablo VI. Repaso las notas del simposio. La de Laboa. Me viene la imagen de los formadores del seminario que hicieron un informe desfavorable para ordenar a Montini. Por su salud. Su obispo lo desoyó. “Se ordenará para el cielo”. Y fue papa. Desechado. Aparentemente estéril. Algunos le vieron también así en su pontificado.

MARTES 18. Rueda de prensa del Domund. Virginia y Juan Carlos son un matrimonio misionero. “Mi sobrina me dijo el otro día –cuenta Virginia- que su profesora les preguntó si conocían a alguien con una profesión extraña y ella respondió: ‘Mi tía, es misionera’”. A mí me pasó algo similar hace tres años cuando un becario me confesó que no sabía lo que era el Domund. Los misioneros, extraños. Y eso que son 13.000. Me preocupa.

jose.beltran@ppc-editorial.com

Publicado en el número 3.008 de Vida Nueva. Ver sumario