Cardenal Cristóbal López Romero
Cardenal arzobispo de Rabat

Pascua: ¿combate o descanso?


Compartir

Durante la Cuaresma empezábamos la Liturgia de las Horas diciendo: “Los ojos fijos en el Señor Jesús, entremos en el combate de Dios”. Dicho combate se libra, en primer término, en el campo de batalla de nuestra vida personal. Se nos dan las armas del ayuno, la oración y la limosna para que seamos capaces de hacernos dueños de nosotros mismos (ayuno), de abrirnos totalmente a Dios (oración) y de poner nuestra vida al servicio de los demás (limosna).



Por cierto, al hablar de combate en nuestra vida espiritual cristiana, ¿cómo no pensar en el concepto musulmán de yihad, que consiste, primera y principalmente, en esa lucha interior con uno mismo, para liberarse de todas las ataduras y conquistar la libertad de amar a Dios y al prójimo?

Pero también en la vida cristiana hablamos con frecuencia de “entrar en el descanso de Dios”. Ese descanso de Dios significó, para los israelitas, llegar a la tierra prometida, mientras que para nosotros consiste en alcanzar la liberación definitiva y la comunión total y plena con Dios. Es lo que alcanzó Jesús, el Cristo, cuando, pasando por el trágico y oscuro túnel de la muerte, entregó su espíritu encomendándose al Padre y despertó, por la resurrección, vivo y glorificado para siempre.

Mientras llegamos a esa plenitud, Jesús nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Jesús resucitado es el descanso de Dios para todos. Entra en el descanso de Dios el hijo pródigo que vuelve al Padre y se deja acoger y abrazar por Él. Entra en el descanso de Dios quien se abandona en Cristo, confiándole su vida y poniéndola al servicio de su Reino de paz y de amor.

Dos caras de una única moneda

Mientras sigamos peregrinando en esta tierra, la vida será siempre combate y descanso, como las dos caras de una única moneda. Este movimiento de Cuaresma y Pascua, de muerte y resurrección, representa la dinámica espiritual de toda nuestra vida cristiana. Todo es gracia y regalo (descanso), pero también lucha y conquista (combate).

Y la palabra Pascua, que significa “paso” o “pasaje”, explica muy bien ese ir y venir del combate al descanso y del descanso al combate, dos momentos ineludibles y necesarios, como la sístole y la diástole del corazón.

Combatamos por el Reino de Dios y entremos en su descanso. ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!

Lea más: