Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Los talentos desaprovechados


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Se llegó también el que había recibido un talento, y dijo: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso, me dio miedo y fui a esconder bajo tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.’ Mas su señor le respondió: ‘¡Siervo malo y perezoso! Si sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí, debías haber entregado mi dinero a los banqueros. De ese modo, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.’ (Mt 25, 24-30)



En alguna ocasión he tenido lástima del pobre que recibió menos. Fue el que peor dotado salió de todos y, encima de que hace un esfuerzo por conservar lo poco que tiene, recibe una fuerte reprimenda de su señor por intentar garantizar que le devuelve lo mismo. No me parecía justo. Pensaba que esto le había sucedido, precisamente, porque había recibido menos y tenía menos capacidad para gestionarlo.

hombre descansando, ocio

Sin embargo, me he ido dado cuenta de que no era la dotación inicial lo más importante de esta parábola, sino lo que se hace con los talentos que se recibe. Porque el problema no es tanto conservar o no lo que le han dado, sino que no ha querido vivir, que no ha querido tomar responsabilidades, que no ha querido arriesgarse en la aventura de la existencia.

Recibe talentos pero opta por no cuidarlos, por no cultivarlos, por no desarrollarlos. Se acuesta en una hamaca y a esperar a que le pidan responsabilidades, momento en el que su conservadurismo dará su fruto, no habrá perdido lo recibido y podrá salir con la cabeza alta (aunque su señor no lo ve así).

Estancarse

Esta es la actitud de muchos. El miedo les paraliza, el temor a tener problemas, a ser exigidos, a que las cosas no funcionen como esperan les deja estancados. Por ello siguen la opción segura, aquella en la que no tienen que cambiar, en la que no deben moverse, en la que pueden amarrar y andar seguros con lo que tienen.

Dejarse vencer por la comodidad, por los temores que anquilosan, por la búsqueda de la seguridad, por no querer perder lo que se tiene, por controlarlo todo para que nada se escape, hace que desaprovechen su existencia, que sigan temerosos y no se aventuren en lo apasionante de la vida. Y así, en lugar de ganar la vida, la pierden por su inacción.