Cardenal Cristóbal López Romero
Cardenal arzobispo de Rabat

Los cristianos dicen la verdad


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Seguimos con historias de las cárceles. A veces me preguntan cuántas parroquias tenemos en la Diócesis de Rabat. Yo respondo diciendo que unas veinte, pero que más que de parroquias, habría que hablar de presencias cristianas, católicas más exactamente.



Sí, porque algunas de estas presencias consisten en solo tres religiosas que viven en medio de una ciudad de 100.000 habitantes, sin templo ni sacerdote. Y otras constan de menos de diez fieles o de unas pocas decenas. De hecho, la mitad de las “parroquias” o presencias cuentan con menos de 50 cristianos.

Pero habría que añadir unas “parroquias” muy particulares: las cárceles. Tenemos permiso para visitar a los presos de confesión cristiana. Son pocos en cada prisión: casi nunca llegan a diez, pero les visitamos cada mes o incluso con mayor frecuencia. Unos 25 cristianos, entre laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes, dedican una parte de su tiempo a este ministerio. Decía uno de ellos: “Cada vez que me toca ir, me cuesta arrancar, y voy arrastrando los pies; pero, al volver, vuelvo contento y con una gran satisfacción”.

Como obispo, suelo visitar algunas cárceles por Navidad y Pascua. En alguna ocasión hemos celebrado la Eucaristía, en otras preferimos una celebración de la Palabra. En la cárcel de Ukacha (Casablanca), la más grande del país, hay más de 8.000 reclusos. Allí pude celebrar la misa con 180 hombres cristianos, de todas las confesiones, porque en ese ambiente el ecumenismo no se discute: es evidente y se vive naturalmente. Luego hicimos lo mismo con unas 50 mujeres.

Había que ver la actitud piadosa de los presos, así como escuchar el entusiasmo de sus cantos: ¡quisiera ese ambiente para todas las parroquias y celebraciones!

Palabra de musulmán

Y, guinda sobre el pastel, al salir, el director de la cárcel, marroquí y musulmán, nos dice: “A veces hay problemas y peleas entre los presos; es normal. Cuando queremos saber qué ha sucedido, nos encontramos con que cada uno de los contendientes lleva el agua a su molino o arrima el ascua a su sardina. Entonces, para saber con certeza lo ocurrido, llamamos a los cristianos para que nos lo cuenten, porque los cristianos dicen siempre la verdad”.

Prisioneros, delincuentes constatados y condenados, pero que dicen la verdad. No está mal. Si Jesús les hablara, les diría: “No estáis lejos del Reino de Dios”. “Los cristianos dicen la verdad”: palabra de musulmán.

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