Jose Fernando Juan
Profesor del Colegio Amorós

Lecturas recomendadas para el verano


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Leer queda bien. Temo que quede como signo de distinción de raigambre decimonónica. Y, al hilo, se suman las recomendaciones y las listas de los 10 libros (entre los que picar) para el verano. Además, este año no hemos paseado por la Feria del Libro de Madrid para comprobar físicamente, corporal y económicamente, lo que supone leer.



Leer es seleccionar, ciertamente. También encontrarse con sorpresas, que enganchan, y aceptar recomendaciones. El Círculo de Lectores fue cerrado el año pasado. Pese al enorme servicio prestado, se han abierto nuevos círculos. Existe un sector amplio en el mundo digital que hace esa labor de marketing interesado o de crítica desinteresada pero amigable.

Dos imágenes que se mezclan en mi recuerdo como lectura y verano. La primera, hace unos años en un lugar de acampada junto a una playa en Cataluña. Al volver para cenar, una familia entera, con sus padres y sus hijos, libro en mano cada uno y en silencio junto a su caravana. Recuerdo decirle a Laura que me encantaría vivir algo así (llevaba conmigo entonces el libro en el que aprendí qué son “poor workers”, de la colección ‘Justicia y Solidaridad’ de PPC).

La segunda imagen, el primer verano de mi primer hijo, en una casa rural en Cuenca de vacaciones con mis suegros. Todos en silencio, cada uno en su libro. ¡Qué familia, a la que agradecer tanto! Yo volvía entonces a leer ‘La estrella de la redención’ de Rosenzweig. El único sentado a la mesa, subrayador en mano (por cierto, que alguien tiene mi primera ‘Estrella’ subrayada y comentada por mí, a alguien se la debí dejar antes de ir a África y nunca ha vuelto a mí).

Una tercera imagen, de ayer. Mi hijo de 3 años a un lado del sofá. Mi hija de 1, pegada a mí, y yo al otro lado. Los tres con un libro en las manos. Duró un minuto y medio, no pude leer nada por el orgullo que sentí en ese momento de paz. A lo mejor duró algo más, se me hizo corto (hoy he estado en casa de mis suegros y me han dejado leer un libro y comenzar otro. Mi más sincero agradecimiento).

Las listas son lo de menos

Las listas de libros son lo de menos. Las listas genéricas, al menos. Se diseñan para la relevancia de unos sobre otros, pero no para lo fundamental. El error de muchos logaritmos (actualmente) está en la falta de provocación en sus propuestas, en basarse en lo leído anteriormente. Pero leer, la capacidad de leer, el interés por leer, la comprensión lectora y todo lo demás, lo da la vida. Ni siquiera el interés. Antes de los logaritmos que pululan entre nosotros, las personas se encerraban en lecturas de un entorno próximo a su zona de confort. Sabían, supongo, que un mundo existía más allá de “lo mismo” pero repetían con complacencia.

Los amigos con afán cultural, de otros mundos profesionales, son una fuente inmensa de descubrimientos. Ir a sus casas, visitar sus librerías, interesarse por algo ajeno. Entre mensajes de WhatsApp que comparten memes o noticias de periódico o páginas web, algunos valientes, se atreven a hacer propuestas que quedan muchas veces sin respuesta. Sin embargo, abren mundos.

No estamos en la era de la lectura, porque se lee demasiado. El individualismo ha llegado a visitarnos en este espacio tan sagrado. Tenemos cultura suficiente como para leer lo que ninguna generación leyó anteriormente. Es más, era insospechada semejante avalancha de lectores a principios del siglo XX. El tema, no es leer sin más. Es lo que se lee y cómo se lee. Ya lo dijo Platón. Se puede leer casi cualquier cosa, pero cómo se lee es la clave.

leer libro lectura

Preguntarse cómo leemos significa muchas cosas. No solo pensamiento crítico, sino confianza en el escritor, en el tiempo dedicado, en su intención. No solo entretenimiento, sino cultura, muchas veces fundamentada en estudios y dedicación anterior a informarse y hacerlo lo mejor posible y lo más accesiblemente posible al lector. No solo transmisión de algo perdido en un universo recreado, sino las visiones del mundo que subyacen, de la persona y sus relaciones. Cómo leemos, es la clave del siglo XXI. ¡Una gran preocupación digital, empezando por mensajes de 240 caracteres o menos! Se abre, al mismo tiempo la pregunta, ¿cómo leer una imagen y cómo leer bien un video?

Termino con el inicio de uno de mis libros fundamentales. La noche en la que conocí al padrino de mi hija, cuando se acercó a mi librería y vio este libro, ambos coincidimos en recordar este memorable párrafo: “La soledad del pensamiento necesita el largo calor de la conversación con el amigo. El lugar en que la esperanza surge es la mirada de las personas que queremos. Hoy lo divino señala sus umbrales, sobre todo, en el raro descubrimiento, a nuestro lado, de prisa, de otra vida que tampoco conoce la quietud mortal del que lo ha conquistado ya todo”.

Ojalá, en este tiempo de lectores, encontremos más bien espacios de conversación y diálogo sobre lo leído. Dialogar hará más bien que leer, cuando leer es entendido como refugio en el que estar cada uno a lo suyo. Sin diálogo, no hay lectura. Ojalá aumenten las estadísticas de lecturas compartidas.

Diez recomendaciones para el verano

  1. Lee por amor a lo más Bello.
  2. Lee por amor a lo más cercano.
  3. No leas cualquier cosa que llega a tus manos, mide tu exigencia.
  4. No leas lo cómodo de leer, porque la vida no es fácil.
  5. No leas como consumo, consume responsablemente.
  6. No leas sin pensar en quién lee, ni en tu prójimo.
  7. No leas para escapar de tu vida, porque la ahogarás en letras.
  8. No leas para enseñar a los demás, lee para aprender.
  9. No leas en ratos de ocio, lee con libertad.
  10. No leas sin cuestionarte, porque será la puerta el próximo libro.