José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

La Virgen china


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JUEVES

Bromeo con un amigo sacerdote, dejándole caer que no le he visto en ninguna terna. Ni se le ve ni se le espera. Entra al trapo. Con un humor que supura teología del pueblo. “He hecho todo lo imposible para no ser párroco nunca. No voy a cometer ningún error ahora para que me hagan obispo o cardenal. No voy a echar mi carrera a perder con un ‘carguico’. Solo me queda la reducción al estado laical”. Él ya tiene la mitra de la confianza de sus alumnos y feligreses.



SÁBADO

Muere la madre Pilar Vicente. El cáncer mata, pero devora por dentro solo hasta donde se le pone cortafuegos. Y ella marcó el terreno para evitar el contagio interior. No es que no quisiera aceptar la enfermedad. Simplemente sabía que tenía un okupa, y no le dio más hueco en su agenda vital que el justo y necesario de los controles médicos y los dolores imposibles de ignorar. Solo podía afrontarlo así una calasancia a la que nunca le frenó ningún obstáculo. La que era la primera para la fiesta, pero también para predicar la Palabra y arrimar el hombro cuando todo se ponía cuesta arriba.

DOMINGO

Enrique preside la misa. Cuatro décadas como misionero en África. Otra mitra ignorada. “En Chad hay una sola palabra que significa tres cosas: extranjero, viajero y huésped”. Un solo término que crea realidad, porque asocia el concepto de migrante al de peregrino y al imperativo de acoger al que viene. Conceptos estigmatizados a este lado del Atlántico y del Mediterráneo.

MARTES

En el taller de Javier Viver. El escultor de la Bella Pastora. Ultima una segunda edición del ‘Observatorio de lo Invisible’, en un mano a mano con la pintora María Tarruella. Una experiencia de verano inmersiva para jóvenes artistas, lo mismo músicos que fotógrafos en Guadalupe.

Entretanto, tiene entre manos un encargo de sudar la gota gorda. Una piedad para la catedral de Shanghái. Una Virgen con rasgos asiáticos. “Pero no del todo. Les chirriaría tanto una imagen completamente occidental, como el hecho de recrearla con un rostro absolutamente chino”. La justa medida de la inculturación. Por la vía del arte.

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