Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

La guerra mundial de 2036


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En 2020, el papa Francisco ya advirtió de que se había roto la línea ascendente del progreso y nos hallábamos en un retroceso histórico hacia males por los que ya hemos pagado con las mayores tragedias de la historia. Esta mitad de la década de 2020 no ha hecho sino confirmar los peores augurios. Enero de 2023 ha supuesto el punto de inflexión con la firma del pacto Pekín-Moscú, ha proclamado el fin de la democracia y los Derechos Humanos tal y como habían sido reconocidos tras la II Guerra Mundial.



Además, esa fecha se lanzó la carrera global de la Inteligencia Artificial, que ha provocado el aceleracionismo y multiplicará la tecnocracia. Las guerras en Ucrania y Gaza no son puntuales, sino sistémicas. A ello hay que añadir la expansión de la ultraderecha en Occidente y la polarización social. En Estados Unidos existe un riesgo significativo de guerra civil y las tiranías se asientan con su potente modelo de capitalismo de Estado.

Las cosas no van nada bien. Debemos cultivar la esperanza, pero ello solamente es posible si somos conscientes de los riesgos sistémicos en los que nos hemos instalado. Ya en 2016, el papa Francisco observó que el mundo se encontraba en una “tercera guerra mundial en fases”. Las guerras siempre tienen fases previas –como la guerra civil española–.

Comenzar a reconstruir

Occidente ya participa activamente en la guerra de Ucrania y la pregunta es si acaso la historia no estará descendiendo hacia una plena tercera guerra mundial en la década de 2030. Estamos a tiempo, pero es preciso tomar los planos arquitectónicos de ‘Fratelli tutti’ y comenzar a reconstruir, romper la polarización, crear diálogo y fraternidad universalista. Es necesario también resucitar el movimiento por la paz. Si queremos evitar la guerra, preparémonos para la paz.

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