Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

La frivolidad y la política


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Acabo esta pequeña serie sobre la frivolidad hablando sobre la, tal vez, más peligrosa de todas, la que se da en el espacio político en estos momentos. Porque la política es un arte noble. Necesitamos políticos que se preocupen por el bien común, que organicen la sociedad de manera que todos podamos convivir juntos, seamos quienes seamos y pensemos lo que pensemos. Políticos que velen para que todas las personas de una comunidad tengan al menos lo suficiente para vivir, que tengan altura de miras, que busquen lo mejor para todos y que estén dispuestas a sacrificar parte de lo suyo para que el bien común mejore.



Sin embargo, con frecuencia los políticos de esta índole son minoría en el momento actual. La mayoría de ellos son también frívolos, porque solamente se preocupan por sí mismos. No es solamente que vean la política como la manera de auparse en el poder y conservarlo, sino que además, toda su actuación está orientada hacia sus propios intereses.

El debate político es una sucesión de acusaciones a los contrincantes y de defensa de lo propio, sus opciones van encaminadas a pasar a la historia o simplemente a que sean las contrarias a las de sus oponentes. Se apresuran para lograr que sus ideas sean las que predominen y son incapaces de llegar a acuerdos de Estado, sus alianzas no son tales sino contratos en las que se mide lo que se da y lo que se recibe de una manera puramente mercantilista.

Y de esta actitud todos los que salimos perdiendo. Porque esta superficialidad y ligereza nos lleva de cabeza a un mal gobierno y a que quienes son encargados de esta labor estén solamente preocupados por la opinión pública, por sus garantías de mantenerse en el cargo, por vencer y ridiculizar al adversario, más que por actuar en favor del bien común que dejan arrinconado y sin trascendencia. Porque esta es una de las características principales de la frivolidad: que la preocupación por lo que son nimiedades o cuestiones fútiles enmascara y deja a un lado lo realmente importante para las personas.

Satisfecha consigo misma

Desgraciadamente, nuestra sociedad, como ya hemos visto, es una sociedad frívola. Su preocupación principal es la de estar bien, sentirse bien, verse bien, tener muchas cosas para garantizarse su bienestar, ganar al otro, triunfar, ser más que quienes están a su alrededor, mirarse al ombligo para sentirse satisfecha consigo misma… Por ello la navidad es un momento de regalos, el deporte es para tener un buen cuerpo, la economía la pongo al servicio de acceder a cada día más deseos, la política es solamente para obtener y mantener el poder y que se haga lo que yo quiero…

Y esta sociedad olvida lo importante, la búsqueda del bien común, la mejora de las personas, la sabiduría, el atender a los más débiles, la lucha por la justicia… La frivolidad de nuestro día a día nos oculta aquello por lo que realmente vale la pena vivir para centrarnos en cuestiones superficiales.