La Conferencia Eclesial de la Amazonía: un organismo territorial inédito para un Kairós en la Iglesia (I parte)*


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El nacimiento de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) es la expresión de un nuevo sujeto eclesiológico territorial que emerge como contribución para la misión de la Iglesia en la Amazonía, y que es resultado de un largo proceso de discernimiento en el Sínodo Especial para la Amazonía, el cual ha incorporado un hecho sin precedentes: la escucha a cerca de 87.000 personas en el territorio para configurar toda la reflexión sinodal.



Los compromisos resultantes de este proceso eclesial requieren de una instancia inédita capaz de servir como vehículo (y como puente) para implementar los urgentes nuevos caminos que respondan a los gritos de los pobres y de la hermana madre tierra, y para impulsar los cuatro sueños y la conversión eclesial en la Amazonía, considerada un “lugar teológico” por el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Querida Amazonía.

Fue un 15 de octubre de 2019, había transcurrido prácticamente la mitad de la Asamblea del Sínodo Amazónico, cuando el Papa Francisco tomó la palabra y nos interpeló contundentemente: “No terminamos de hacer propuestas totales (…) estamos de acuerdo en un sentimiento común sobre los problemas de la Amazonía y la necesidad de responder, pero al buscar las salidas y soluciones, algo no satisface. No hay una salida totalizante que responda a la unidad totalizante del conflicto. Con remiendos no podemos resolver los problemas Amazónicos. Sólo pueden ser resueltos por desborde (…) El desborde de la redención. Dios resuelve el conflicto por desborde”.1

Su creación: perspectiva de desborde

La CEAMA –se puede decir– es  la consecuencia de las intuiciones de la Iglesia en América Latina en su V Conferencia del CELAM en Aparecida (2007), en la que se expresaba en el número 475 de manera explícita la necesidad de desarrollar una pastoral de conjunto en la territorialidad de la cuenca Amazónica.

Además, como propuesta orgánica y estructural, inédita de la Iglesia, la CEAMA es una iniciativa en proceso y en camino de construcción que resulta de la búsqueda de un itinerario eclesial que responda a los signos de los tiempos por “desborde” y sólo puede comprenderse como fruto, todavía en ciernes, resultante de un largo camino de una Iglesia peregrina y discípula misionera en la región Latinoamericana, y como resultado evidente del discernimiento y los llamados del Concilio Vaticano II.

En efecto, una nueva dimensión territorial irrumpía en nuestra concepción eclesiológica, la cual se abría camino poco a poco para generar dinamismos que integraran las muchas, y muy relevantes, expresiones de vida entregada de la Iglesia ya existentes en la Amazonía.

Sin embargo, eran presencias fragmentadas, aisladas, con poco o nulo diálogo entre sí, y en no pocos casos con una noción pastoral fuertemente desterritorializada, incluso en ocasiones con una perspectiva predominantemente eurocéntrica o de corte colonialista, como el propio Sínodo denuncia (Documento Final: 55).

Este dinamismo eclesiológico territorial emergente se ha consolidado paulatinamente, no por una intuición brillante de unos pocos lejos del territorio, sino por la constatación de nuestra enorme fragilidad como Iglesia ante los crecientes signos de muerte para los pueblos y comunidades en este territorio, el proyecto de Reino en este espacio socio-cultural megadiverso está amenazado, por tanto resulta urgente responder a ellos dada su dramática situación.

La creación de esta estructura, hoy denominada CEAMA, era imprescindible para que la respuesta urgente a los gritos de dolor del territorio y sus pueblos, más propios de un tiempo “cronos”, pudiera dialogar con el proceso de revelación progresiva del Espíritu sobre la conversión eclesial, más propio de una temporalidad de “Kairós”. Algo nuevo tenía que nacer, y debía ser por “desborde”.

Producto de la escucha y discernimiento

El proceso de constitución de este nuevo organismo pasó por un largo camino de discernimiento comunitario compartido con el cardenal Claudio Hummes (hoy presidente de la CEAMA), el cardenal Pedro Barreto (presidente de la REPAM), con monseñor Miguel Cabrejos (actual presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano- CELAM), con los equipos de animación de la Vida Consagrada en la región de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR) y los equipos de coordinación de Cáritas de América Latina y el Caribe.

Fueron muchos los espacios de preparación y escucha sinodal con diversos representantes de la Iglesia en el territorio y los encuentros con representantes de los pueblos de la Amazonía. Como resultado de ello, tuve el privilegio de hacer la primera intervención en el Aula Sinodal, el día 12 de octubre de 2019, con relación a la creación de una estructura inédita para el territorio.

El pedido se expresaba a la luz de la constatación de que algunos de los más importantes compromisos del Sínodo no serían viables, o perderían el impulso de urgencia y pertinencia, sin un vehículo potente y significativo que sirviera como herramienta orgánica y estructural para la consecución de los “nuevos caminos” para nuestra Iglesia y para una Ecología Integral en la Amazonía.

Esta interpelación expresada en el Aula Sinodal refleja mucho más que un punto de vista personal. En ese momento expresé: “Queremos, por tanto, una nueva estructura regional Panamazónica que sea el vehículo propicio para llevar adelante las novedades del Espíritu en este Sínodo y que permita también afirmar la dimensión eclesiológica emergente”.

“No es casualidad que la experiencia de trabajar en comunión eclesial Panamazónica, como la que hemos vivido estos años, sea una luz pequeñita que ha ayudado a otros territorios a pensarse desde esta misma perspectiva: en el Congo, en Mesoamérica, en parte de la región de los bosques tropicales de Asia Pacífico, en la articulación europea alrededor de Laudato Si, y, más moderadamente, en Norteamérica y el acuífero Guaraní. Parece que algo nuevo está naciendo”.

Sin duda estamos viviendo un tiempo de gracia: “Un verdadero Kairós. No porque no seamos conscientes de los enormes conflictos que afectan la vida y producen tanto sufrimiento en el mundo y la Iglesia, sino porque justamente por ello, Dios se va haciendo presente con más fuerza para llamarnos a ser una presencia eclesial más relevante, coherente y significativa en la vida de los que sufren como hizo Jesús. No hay otra vía, no hay otra vía”.


[1] Notas personales como participante “auditor” en el Sínodo Amazónico.

*Adaptación del artículo original publicado en la revista Medellín, N° 179, septiembre-diciembre de 2020. CELAM: pp. 543-560

Secretario interino de la CEAMA y secretario de Acción Pastoral del CELAM.