Instrumentos de paz en Tierra Santa

visita del papa Francisco a Tierra Santa 24 mayo 2014

Francisco visitó Tierra Santa en mayo de 2014

P. TEODORO LÓPEZ, OFM, director del Centro Tierra Santa

Opinar en este tipo de cuestiones, cuando lo ocurrido el 14 de mayo de 1948 es para unos Yom Ha-Atzmaut (el nacimiento de su Estado) y para otros la Nakba (catástrofe), es muy arriesgado y fácilmente malinterpretable. Más para un franciscano, cuya familia religiosa lleva en aquella tierra casi ocho siglos ejerciendo de “instrumento de paz” con tal de salvar o proteger a la mínima comunidad cristiana y rescatar los santuarios de la fe que profesan. Ocho siglos de sometimiento a imperios y poderíos, siguiendo las pautas del pobre de Asís: “No trabarse en disputas ni discusiones, sino estar sometidos a toda criatura humana por Dios y confesar que son cristianos”.

Los poderíos se han ido sucediendo, pero el espíritu franciscano sigue teniendo vigencia, como se pudo comprobar durante el viaje del papa Francisco aquí en mayo del pasado año: el franciscano como intérprete, como intermediario entre el Papa y cada una de las autoridades de los dos pueblos e interviniendo positivamente en el acto de oración a tres bandas, el día de Pentecostés, en los jardines vaticanos.

Acudiré al Evangelio para que nos ilumine. Para llegar a Jerusalén, desde Galilea, Jesús tenía que pasar por Samaría. Ante la oposición de algunos samaritanos, salta el rigor de varios seguidores de Jesús. “¿Quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?” (Lc 9, 54). Jesús, tolerante, sin entrar en discordias, buscó otra alternativa para lograr su objetivo: “Se fueron a otro pueblo”.

Siempre ha habido entre los seguidores de Jesús algún que otro Boanerges. Pero, en las relaciones entre los dos pueblos de Tierra Santa, hay grupos muy fuertes dispuestos a bloquear, incluso de modo violento, como se ha visto tantas veces, los intentos de lograr una situación de convivencia de “los dos estados” en la Palestina entonces administrada por Gran Bretaña.

La Asamblea General de Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, en su resolución 181, aprobaba como la mejor solución para la convivencia de los dos pueblos la partición de la tierra. Y un estatuto especial para Jerusalén que evitase la disputa de la Ciudad Santa como propiedad exclusiva de una de las partes. La Iglesia siempre ha recordado la validez y vigencia de esa resolución. Y, en base a ella, ha ido estableciendo relaciones concordatarias: primero con Israel, con el Acuerdo Fundamental del 30 de diciembre de 1993. Luego con la OLP, movimiento del que nació la Autoridad Nacional Palestina, con el Acuerdo Base del 15 de febrero del año 2000. Acuerdo sustituido por el Acuerdo Global, que será firmado en breve, en el que se reconoce oficialmente al Estado de Palestina.

En esos acuerdos, el Vaticano ha buscado “favorecer la vida y la actividad de la Iglesia católica y su reconocimiento a nivel jurídico para poder llevar a cabo un servicio más eficaz en la sociedad”, en declaraciones de monseñor Camilleri, vicesecretario de Asuntos Exteriores del Vaticano, quien ha dirigido las conversaciones. Y que la legislación de esas naciones incluya el reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona y, dentro de ellos, el derecho de las minorías cristianas.

La Galilea y la Samaría del Evangelio pueden representar al Israel y la Palestina de la actualidad. Lo de “no se tratan judíos y samaritanos” sigue teniendo vigor, aunque a otros niveles o por otras motivaciones.

Boanerges actúan con fuerza en Israel para que no nazca el Estado palestino. Y cuentan con el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. Aunque sean ya 136 naciones, a decir de los palestinos, las que lo reconocen. El Acuerdo Fundamental todavía no ha sido aprobado por la Kneset, y la Iglesia y sus instituciones no cuentan con personalidad jurídica.

De Boanerges terribles actúan en Palestina los integrantes de Hamas. Conocemos bien sus métodos de mandar fuego al cielo de Israel para que baje llevando la destrucción y la muerte. El radicalismo de unos alimenta la intransigencia de los otros. Y viceversa.

Va a cumplirse un año de la peregrinación del papa Francisco a Tierra Santa. Además de la motivación ecuménica, estuvo la de hacer vibrar a las autoridades de los pueblos por el deseo de la paz. Tanto, que aceptaron el reto de orar juntos y públicamente con el Papa, el día de Pentecostés.
Tendrá que convocarles nuevamente el Papa a un acto de oración similar para que este Acuerdo Global con el Estado de Palestina se convierta en un “instrumento de paz” en Tierra Santa.

En el nº 2.942 de Vida Nueva

 

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