Infoética

(+ Raúl Berzosa– Obispo auxiliar de Oviedo)

“Habrá que insistir en pedir, como los últimos Papas, Luz y Amor para que no perdamos, o recobremos, el sentido común, la elegancia de la caridad cristiana y la infoética, sobre todo. No hagamos de la Red un vertedero de basura; sino un instrumento privilegiado de comunicación y entendimiento”

Suelen afirmar los políticos que va en su sueldo el desayunar con más de un sapo al leer la prensa cotidiana; sapos con nombres y apellidos. No ocurre lo mismo en la red. Cuando se leen los comentarios a los blogs, nacen preguntas: ¿Por qué se necesita, amparados en el anonimato, arremeter de forma prepotente y dogmática contra las personas? ¿Qué necesidad existe, en quien lo escribe, de hacer públicas sus psicopatías? ¿Qué se pretende conseguir en la opinión pública y, en su caso, eclesial, con ello? 

Se viene hablando del “micropoder” o de la fuerza del ciudadano en la era digital (J. Cremades). Habrá que insistir en dos principios: uno, de moral, “la verdad, sin caridad, deja de ser verdad”. Otro, de sentido común: “la ocasión hace al ladrón” (o, en la red, al neurótico). Con la cibernética se ha hecho realidad el intercambio de información a bajo coste y en tiempo real. El acceso a la información globalizada, la posibilidad de participar (o incluso crear) redes está modificando las relaciones de poder. El ciudadano ha encontrado en las nuevas tecnologías, canales para participar activamente en la configuración de la opinión pública. Según acreditados analistas: “Es como si se estuviera produciendo una transferencia de poder de las instituciones a las personas que actúan, a su vez, ‘cooperativa u holísticamente'” (en red). Es el verdadero micropoder. Con una llamada de atención muy sugerente: los que no perciban este cambio, o no sepan participar, se despertarán como Gulliver: enredados en los infinitos hilos de los liliputienses.

Habrá que insistir en pedir, como los últimos Papas, Luz y Amor para que no perdamos, o recobremos, el sentido común, la elegancia de la caridad cristiana y la infoética, sobre todo. No hagamos de la Red un vertedero de basura; sino un instrumento privilegiado de comunicación y entendimiento y, para los creyentes, de comunión y evangelización.

En el nº 2.649 de Vida Nueva.

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