El bipartidismo se impone tras las elecciones del 9 de marzo

El PSOE repite victoria y el PP mejora sus resultados, mientras los grupos minoritarios sufren un descalabro

(José Carlos Rodríguez Soto) El bipartidismo se consolida en España. En esto parecen coincidir todos los analistas de las últimas elecciones generales celebradas el 9 de marzo. En la nueva legislatura que se inaugurará sólo habrá cuatro grupos parlamentarios: PSOE, PP, nacionalistas catalanes y nacionalistas vascos. Los seis partidos restantes -que suman entre todos once escaños- se integrarán en el llamado Grupo Mixto.

La participación fue del 75,3%, casi la misma de 2004, y, como muchos predijeron, esta alta asistencia a las urnas favoreció al Partido Socialista, quien con el 43% de los votos consiguió 169 escaños. El PP, con el 40% de los electores y 153 diputados se consolida como la segunda fuerza política. Ambos partidos, que han protagonizado una campaña electoral “a cara de perro” dominada por una constante descalificación del adversario, incrementaron sus porcentajes de voto y sus números de escaños con respecto a las elecciones de hace cuatro años, a expensas de otros partidos minoritarios que han perdido a muchos de sus seguidores guiados por el “voto útil”. El PP volvió a ganar en el Senado, con 101 escaños, aunque el PSOE incrementó sus senadores en ocho, llegando a 89. También en el Parlamento de Andalucía –cuyas elecciones se celebraron el mismo 9 de marzo- los socialistas liderados por Manuel Chaves, consiguieron una holgada victoria. 

Pero el PSOE no consiguió llegar a los 176 escaños que le hubieran otorgado la mayoría absoluta. Una buena parte de la prensa extranjera destacó que los socialistas tendrán que conseguir alguna coalición informal, “probablemente con el partido nacionalista catalán más votado (Convergència i Unió)”, como señaló la BBC. En sus primeras declaraciones la noche del 9-M, Rodríguez Zapatero destacó que “los españoles han hablado con claridad y han decidido abrir una nueva etapa sin crispación, que excluya la confrontación y que busque el acuerdo en los asuntos de Estado”.

Este acuerdo, que el PSOE tendrá que buscar con el PP, es uno de los mayores retos que el nuevo gobierno tendrá que afrontar, junto con el tema de la desaceleración de la economía que España sufre después de diez años de crecimiento, un fenómeno que ha cristalizado en las tasas más altas de inflación y de desempleo.

Al contrario de lo que se esperaba, el presidente del PP, Mariano Rajoy no dimite tras esta segunda derrota electoral y lo ha comunicado a los dirigentes de su partido en una reunión a puerta cerrada del Comité Ejecutivo. Ha decidido adelantar el XVI Congreso Nacional de su partido al próximo mes de junio y presentarse con “mi equipo”, cuya composición anunciará el día anterior de la votación en el congreso, con el objetivo de ganar las elecciones generales del año 2012.

Razones para seguir

Entre sus argumentos para presentarse a la reelección, Rajoy destacó que el PP ha “mejorado los resultados”; en segundo lugar que “es lo mejor para el Partido Popular” y “para España”; porque tiene un “proyecto político bueno para los españoles que se ha plasmado en el programa electoral”; y por último, “hay 10 millones de españoles que me han apoyado” y “quieren que defienda sus posiciones”.

Además de la consolidación del bipartidismo, ha llamado la atención el gran avance de los socialistas en Cataluña y el País Vasco. En esta comunidad CiU está en la oposición, pero sus 11 diputados en el Congreso (uno más que en 2004) le dan la posibilidad de jugar con fuerza en la política nacional española. En el País Vasco, aunque podría interpretarse que el asesinato de Isaías Carrasco dos días antes de las elecciones pudo dar –indirectamente– más votos a los socialistas, el avance del PSE como primera fuerza política (38% de los votos y nueve escaños, dos más que en 2004) ha podido obedecer a un “voto de castigo” de muchos electores vascos contra la radicalización del PNV después de la marcha del moderado Josu Jon Imaz. Su nuevo presidente, Iñigo Urkullu, anunció el mismo día 9 que su partido abriría “una reflexión serena y seria de por dónde se mueve la sociedad vasca”. Esta reflexión podría tener consecuencias sobre la “hoja de ruta” del lehendakari Ibarretxe que incluye la consulta secesionista anunciada para octubre de este año.

Los resultados de las elecciones tuvieron también serias consecuencias para varios líderes políticos, en especial para el coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, que anunció inmediatamente su retirada después de la derrota sufrida en las urnas.

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