¿Es el Papa más que el Cuerpo de Cristo?

JOSÉ GONZÁLEZ PALMA. Correo electrónico | Reconozco que esta pregunta puede parecer irrespetuosa, incluso blasfema; pero es la que, con juicio sereno, quizás se hagan muchas personas no versadas en los ritos católicos que sigan por televisión alguna de las misas multitudinarias presididas por el Papa.

Llegado el momento de la comunión, numerosos sacerdotes distribuyen la Eucaristía: todos los fieles la reciben de pie; todos, menos los que comulgan de manos del Papa, que han de hacerlo de rodillas. Cualquier observador imparcial que, desde cualquier rincón del mundo, vea este gesto, puede pensar que los católicos damos mayor importancia al Papa que a Jesús, en quien creemos. Y en ese supuesto, la pregunta inicial no encerraría falta alguna de respeto, sino que llamaría la atención sobre un signo litúrgico contrario totalmente al Evangelio y a la misión del sucesor de Pedro, llamado –por estar el primero– a ser el servidor de todos.

Con un ritual anacrónico, se invierte el Mensaje y, a los ojos de todo el mundo, se muestra al Vicario de Cristo como señor entronizado, ante el que sus súbditos han de doblar la rodilla.

Cercana ya la JMJ es lícito soñar –¿dejará algún día de ser un sueño?– que, dado el eco mundial que tendrá dicha convocatoria, los responsables de la liturgia papal caigan en la cuenta de la elocuencia decisiva de los signos; eliminen los que manchan la misión evangelizadora; y presenten, sobre todo ante los jóvenes, una imagen del Papa que se corresponda con la de su Maestro y Señor.

En el nº 2.755 de Vida Nueva.

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