Vicky Kassin. Comunidad judía de Bogotá

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“Necesitamos humanizar la ayuda en Colombia”

Vicky Kassin Chehebar es una emprendedora social. Como judía, proviene de una familia siria, de tradición sefaradí. Como sicóloga, es una apasionada de trabajar en función del tejido humano. Ha sido voluntaria de la Fundación Juan Felipe Gómez, de Un Techo para mi País y del Instituto Roosvelt. Está convencida de que no puede haber paz en Colombia mientras subsista la desigualdad, y de que entregarse a reparar el mundo puede unir, en torno a acciones de cambio, a quienes piensan diferente. Reside en Bogotá y ha hecho de su vida una permanente búsqueda de acciones para articular experiencias de solidaridad.

¿Qué caracteriza a la mujer judía?

Hay que diferenciar entre los rituales y la esencia. El rol de la mujer, por más profesional que sea, abarca no abandonar la casa. La mujer es quien une a la familia y a la comunidad; trabaja los valores comunitarios (cuida a los ancianos, cuida a los enfermos; se asegura de que quien no tiene comida pueda tenerla). Es lo que llamamos Tikún olam: reparar el mundo. La mujer convoca alrededor de la mesa, de la cocina. Refuerza la unión física de las personas. El día a día exige la responsabilidad comunal de la gente judía. Uno puede ser cercano del sentimiento; pero si no convive, no traduce en acción el sentimiento. La mujer teje eso. Por ser minoría (quince millones de judíos en el mundo), el tema de la comunidad es muy importante para nosotros; celebrar las fiestas; reunirnos como familia todos los viernes en la noche, mamá, papá, hijos, primos, abuelos, para el sabbat.

¿Quién ha marcado profundamente su identidad?

Mis bisabuelas, mis abuelas y mi mamá. Todas las mujeres con quien yo crecí viendo como ejemplo de una mujer judía. Particularmente mi abuela Victoria Kassin. Siento una responsabilidad grandísima de seguir sus pasos en la construcción de país. Cuando mis abuelos llegaron de Siria y se fundó la comunidad, lo primero que se hizo fue un cementerio, para enterrar a nuestros muertos. También se creó un fondo de ayuda y un ala benéfica. Mi abuela hizo parte de un comité de damas en función de apoyar al país en agradecimiento por lo recibido. He heredado esa responsabilidad y, si Dios quiere, mi hija, que tiene quince años, también lo hará. Para reparar el mundo tú empiezas con tu familia. Tienes también una responsabilidad con la humanidad. Para solucionar los problemas de pobreza tienes que conocerla, asegurar que haya un mínimo nivel de dignidad. No hay un país democrático con desigualdad tan grande donde haya paz.

¿Cómo avanzar en el diálogo interreligioso?

Todas las religiones tienen sus rituales, tradiciones y creencias. A mí me gusta ir por el lado más fácil. Hay mucho en el mundo que está promoviendo el alejamiento. Podemos pensar diferente; tenemos el derecho. Pero podemos enfocarnos en lo que creemos igual y trabajar juntos en eso. Una cosa que une a todo el mundo es el valor de ayudarnos los unos a los otros, buscar espacios de voluntariado en común. Una cosa es decir que a mí me gusta el prójimo, otra es adelantar las acciones que respaldan ese valor. Mucha gente tiene todas las ganas de hacerlo, pero no sabe dónde. En los últimos años me he dedicado a abrir esos espacios.

DICTO SENTENCIA

  • “Para solucionar los problemas de pobreza tienes que conocerla, asegurar que haya un mínimo nivel de dignidad”, afirma Vicky.
  • “No puede haber seguridad si hay desigualdad; no hay un país democrático con una desigualdad tan grande donde haya paz”.
  • Entre las acciones de solidaridad de las mujeres judías sefaradí de Bogotá se encuentran la atención de adultos mayores de su comunidad y el trabajo benéfico al servicio de personas en situación de vulnerabilidad.

Miguel Estupiñán

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