Antígona, genealogía de un sacrificio

El teatro como proceso social para la reconciliación

 

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Cuenta la tragedia griega clásica de Sófocles que Antígona, hija de Edipo y Yocasta, se resistió con vehemencia al mandato del rey tebano Creonte que le impedía cumplir con los ritos fúnebres para honrar el cadáver de su hermano Polinices. Tal impedimento del rey obedecía a que Polinices había atacado a su propia ciudad y a su hermano Eteocles, para que éste no se perpetuara en el poder de Tebas. Por la aparente contradicción, Creonte reprende a Antígona y le pregunta: “¿cómo los dioses iban a enterrarle, especialmente honrándole como benefactor, a él, que vino a quemar las columnatas de sus templos, con las ofrendas de los fieles, a arruinar la tierra y las leyes a ellos confiadas? ¿Cuándo viste que los dioses honraran a los malvados? No puede ser”. Antígona responde: “no nací para compartir el odio sino el amor”, y siguiendo las leyes de sus dioses, desobedece la ley humana y es condenada a ser sepultada viva. Una vez que Creonte es persuadido por los ancianos y el adivino Tiresias de que dejar el cuerpo de Polinices insepulto, presa de las aves carroñeras y de los perros, ha desatado la ira de los dioses, decide lavarlo y enterrarlo él mismo y deshacer la condena de Antígona. Con todo, y antes de que Creonte logre comunicar a la prisionera su decisión, ésta se quita la vida. A partir de esta misma premisa narrativa, pero desde la interpretación de la tragedia de la filósofa española María Zambrano, el Centro de Investigaciones Teatrales Cenit, dirigido por Nube Sandoval y Bernardo Rey Rengifo, concibe la obra Antígona, genealogía de un sacrificio.

Antígona vive

“El amor ha de hacerse ley”

“El amor ha de hacerse ley”

Mientras el tragediógrafo Sófocles decide que al final de la obra Antígona debe morir, Zambrano construye una versión en la que el destino no puede ser otro que la vida. La obra La tumba de Antígona (1967) también corresponde, según interpretan los críticos, a una fenomenología del exilio de María Zambrano, porque “representa el símbolo del sacrificio encarnado en ella misma, en su propia madre y en su hermana, víctimas inocentes del fenómeno demoledor del exilio”. “La autora se identifica, sin duda, con el destino sacrificial de Antígona ya que aúna su experiencia personal e íntima con la colectiva e histórica y presenta una completa descripción espiritual del exiliado (…) es un texto que rescata para la posteridad la memoria del sacrificio sufrido por las víctimas de la guerra”. Orientados por esta perspectiva, los directores de Cenit crean una versión escénica en la que Antígona vive para hacer oír su voz y enfrentar su destino. La propuesta implica una escenografía no convencional en la que se dispone de un espacio cerrado de dos niveles que rodean un escenario central. Las paredes y el piso reciben las proyecciones, mientras el público rodea a los personajes. Las acciones teatrales se desarrollan en la prisión-tumba en la que Creonte encerró a Antígona. Se abre allí un espacio-tiempo que refiere por todos sus ángulos a la humanidad sitiada. La tumba es asimismo, según su dramaturga, analogía del útero terrestre, el lugar propicio para que Antígona se encuentre con su familia y descienda a la génesis de la tragedia. Cantos, actuación, máscaras, video y paisajes sonoros se combinan para crear un ambiente en el que se sumerge el espectador y comparte la experiencia del sufrimiento y la redención.

Momentos de amor

11986549_10154467628588306_6828362661660097999_n“¡¿Hay alguien de quien ustedes sean hermanos?!”, grita Antígona, buscando encontrarse en el dolor con quienes la oyen. Una escena perturbadora concentra la atención y quizás el rechazo del público: se proyecta la cruenta carne, el animal desmembrado, la muerte expuesta a la mirada de todos, la metáfora del cadáver insepulto, el absurdo de la violencia humana. La voz mujeril contiene la revelación del desastre: “lo hubieras visto. Estaba sobre una roca roja de su sangre, la sangre hecha piedra y yo derramé mucha agua, toda la que pude para lavarla. La sangre no es para quedarse hecha piedra atrayendo a los pájaros de mal agüero. La sangre así trae sangre, llama sangre. Puede pasar el tiempo y la sangre no correr ya, pero si sangre hubo y corrió, sigue la historia deteniendo el tiempo, enredándolo, condenándolo”. Antígona, genealogía de un sacrificio es una obra sobre la tragedia de la venganza, pero también una obra en la que se superpone el amor: el desenlace del relato teatral no es la muerte, sino la reconciliación. De un libro brotan las letras que conforman las palabras urgentes hoy: “amor filial, perdón y olvido, padre, madre, renacer, sacrificio, destino”. En el libro también se lee la frase central que resuelve el dilema entre la ley humana y la ley divina: “el amor ha de hacerse ley y las verdaderas leyes son momentos de amor”. Un puente se construye bajo sus pies.

Teatro social

El teatro es un puente que conecta al individuo  con su cuerpo, su memoria, su identidad y su cultura

El teatro es un puente que conecta al individuo
con su cuerpo, su memoria, su identidad y su cultura

El Centro de Investigaciones Teatrales Cenit y su metodología: El teatro como puente, nacen en la década del 90 a partir del trabajo que Nube Sandoval y Bernardo Rey desarrollaron en Bogotá con población carcelaria, habitantes de calle y desplazados por la violencia. Para los creadores de Cenit el teatro es “el puente que conecta al individuo de nuevo con su cuerpo, con su memoria, con su identidad y su cultura y logra reunir a las culturas más allá de cualquier diferencia o conflicto (…) el teatro, sostenido por la experiencia psicofísica, emotiva y social y por la capacidad de cargar de signos y significados a objetos acciones, cantos y palabras, en el tiempo-espacio de la acción creativa, contiene en sí los elementos necesarios para encontrar las vías que lleven a procesos de idónea adaptabilidad, integración, reparación, interacción equilibrada y pacificación”. Por ello, su trabajo ha sido fundamental con poblaciones vulnerables. En 2005, dentro del Proyecto de Asistencia y Acogida a las Víctimas de Tortura VI-TO del CIR (Consejo Italiano para los Refugiados en Roma), su propuesta teórica y metodológica se puso a prueba en el trabajo con los refugiados y víctimas de tortura en Medio Oriente y África. En 2013, en el marco del Plan Nacional de Consolidación Territorial y en convenio con el Ministerio de Cultura, desarrollaron la propuesta artística El teatro como puente: un viaje hacia la resiliencia en el Chocó, en los municipios Unguía, Acandí y Condoto. El proyecto buscaba “implementar procesos sociales que generaran una cultura de paz y de reconciliación en los distintos municipios priorizados del país”. Así, durante el proceso de creación con niños, jóvenes y adultos mayores se realizaron talleres de construcción de máscaras, de conciencia activa del cuerpo y la memoria y de recuperación de la tradicional oral, musical y de cantos. Como resultado se presentaron obras teatrales en las que toda la comunidad confluyó y en la que el valor humano se sobrepuso a las muchas tragedias que a causa de la violencia han vivido estas poblaciones.

Biviana García

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