El noveno cardenal colombiano. Mons. José de Jesús Pimiento

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En efecto, monseñor José de Jesús Pimiento se había retirado en 1996 y su dimisión le había sido aceptada al año siguiente y, salvo ministerios ocasionales que le habían sido encomendados, dedicaba su tiempo a la lectura, la oración y a la atención de las personas que le pedían consejo y dirección espiritual en el Foyer de Charité, en Bucaramanga; todo se interrumpió y cambió abruptamente el domingo 4 de enero.

Según el anuncio hecho ese día, la Iglesia contará con 29 cardenales más después del próximo consistorio, de modo que el colegio cardenalicio en este año 2015 contará con 228 cardenales, de los cuales 125 estarán habilitados para votar en una eventual elección de un sucesor del papa Francisco. Rompiendo viejas tradiciones, el Papa buscó sus nuevos cardenales fuera de las grandes ciudades del mundo. Myanmar, Toga, Cabo Verde, Bucaramanga desde ahora figurarán como sedes de un nuevo cardenal. Países en desarrollo contarán con más de 50 cardenales en el colegio cardenalicio y aumentará la posibilidad de que el sucesor del papa Francisco pertenezca, como él, al tercer mundo. El predominio italiano en el Vaticano parece destinado a desaparecer si se mantiene la línea trazada por Francisco para el próximo consistorio.

Como cuando prefirió un viejo Renault 8 a un flamante Mercedes o cuando decidió que una habitación en el hotel Santa Marta sería su residencia en vez de las fastuosas habitaciones del Palacio Apostólico, el papa Francisco sigue desconcertando.

Esta vez, al anunciar el nombramiento de un arzobispo colombiano de 96 años dentro de su propósito de renovar el colegio cardenalicio.

El Papa buscó sus nuevos cardenales fuera de las grandes ciudades del mundo

El Papa buscó sus nuevos cardenales fuera de las grandes ciudades del mundo

Los criterios de este Papa sobre los cardenales han sido una fuente de sorpresas. Sucedió cuando, rompiendo el predominio italiano (el grupo de cardenales más numeroso: 48) constituyó su grupo consultor con ocho cardenales de los cinco continentes, un superpoderoso ente que aconseja al Papa sobre las reformas de la curia romana, en marcha; los intocables del Banco Vaticano, que se apoyaban en sus títulos y púrpuras, un día vieron entrar a un grupo de laicos, los consultores seculares nombrados por el Papa para supervisar unas cuentas más cerradas que un secreto de confesión; y haciendo parte del poderoso Santo Oficio, creó una comisión para la protección de los menores víctimas de la pederastia clerical. Y los cambios en la curia romana, esa poderosa estructura que hizo sentir impotente para reformarla a Benedicto XVI, han incluido destituciones como la del cardenal Burke y reprensiones públicas como la más reciente sobre los pecados de la curia.

Ya Francisco había advertido que “la curia corre el riesgo de deslizarse cuesta abajo, hacia la mediocridad y de concentrarse en una aduana burocrática y pesada”. Y, apuntando a uno de los vicios curiales más dañinos, instó al personal de la curia reunido a ser “objetores de conciencia del rumor”.

Al instalar en septiembre del año pasado las sesiones del Sínodo, había insistido en el mismo tema al invitar a todos, cardenales, obispos, teólogos, párrocos, laicos, a hablar con claridad y sinceridad sin miedo a la verdad. El Papa no quería ese foro paralelo de los pasillos en donde se murmuraba lo que se calla en la reunión pública.

Cita el New York Times al contar estos cambios al propio Francisco cuando dijo que “la prudencia es una virtud de gobierno. También lo es la audacia”.

La nueva audacia

¿Es una audacia el nombramiento como cardenal, del arzobispo emérito de Manizales, José de Jesús Pimiento, a sus 96 años de edad?

Si es audacia, no es un caso único. De los 20 nuevos cardenales, 5 son personas mayores de 80 años, que no podrán votar para elegir al sucesor de Francisco, a pesar de que el canon 349 sobre las funciones de los cardenales señala como principal la de participar en la elección del Papa.

También aparece como una audacia, porque rompe la línea seguida en el nombramiento de los 8 anteriores cardenales colombianos, todos menores de 70 años.

Salvo los cardenales López Trujillo y Castrillón, que hicieron pensar a los más ingenuos que se había instalado un poder eclesiástico colombiano en la Santa Sede, López como presidente del Consejo de Familia y Castrillón como Prefecto de la Congregación para el clero, lo cierto fue que ese cuarto de hora se desvaneció y fue el final de su carrera para López Trujillo, muerto en Roma a los 71 años, mientras Castrillón se mantiene en su limbo romano después del escándalo de su carta bendición a un obispo que había ocultado un caso de pederastia clerical.

Los demás cardenales hicieron un pastoreo a veces polémico, como el del cardenal Concha cuando debatió y condenó públicamente las razones de Camilo Torres, o destituyó de la dirección de El Catolicismo al que sería su sucesor, Mario Revollo. Entre esos cardenales hubo administradores brillantes como el cardenal Muñoz Duque y el cardenal Pedro Rubiano, bien recordado por el valiente manejo del escándalo de la caja Vocacional y por la construcción de la sede de la Conferencia Episcopal.

Se destacaron como pastores y llenos de energía y creatividad sirvieron eficazmente a la Iglesia en Colombia. Al nombrar ahora a un arzobispo emérito de 96 años es evidente que una política se rompe. ¿Por qué? ¿En busca de qué?

Cardenal Pimiento

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Monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, nació en Zapatoca, Santander, el 18 de febrero de 1919. Fue ordenado Presbítero el 14 de diciembre de 1941. El Papa Pío XII lo preconizó Obispo Auxiliar de Pasto, el 14 de junio de 1955. Cuatro años después, el 31 de diciembre de 1959, el Papa Juan XXIII lo trasladó a la sede de Montería de la cual fue Obispo residencial, desde el 1° de mayo de 1960 hasta el 29 de febrero de 1964, cuando el Romano Pontífice le notificó nuevo nombramiento; en la Diócesis de Garzón-Neiva (Huila), creada desde 1900.

Entre los años 1962-1965 Monseñor Pimiento intervino como Padre Conciliar durante las sesiones del Concilio Ecuménico Vaticano II. Algunos años después fue escogido como Delegado participante para las Conferencias Generales II y III del Episcopado Latinoamericano celebradas en Medellín, Colombia, en 1968, y Puebla de los Ángeles, México; en 1979 fue nombrado por el Sumo Pontífice Juan Pablo II para la de Santo Domingo en 1992.

En julio de 1972 fue elegido Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, durante dos períodos consecutivos hasta 1978. El 23 de mayo de 1975 fue promovido a la Sede Arzobispal de Manizales, que gobernó durante 21 años. En 1995, cumplida la edad canónica, presentó la dimisión de su cargo que el Papa Juan Pablo II aceptó al año siguiente].

CEC

Una institución que evoluciona

Desde su institución el cardenalato ha sido una institución en constante evolución. Los primeros cardenales cumplieron la función que les daba su nombre de goznes (Cardo, en latín, es gozne, puente de puertas y ventanas por donde se establecía la relación de la Iglesia con el pueblo). Era cardenal, hombre gozne, el párroco y pastor de las iglesias de Roma. Fue otra su imagen y función cuando, al servicio del poder temporal de la Iglesia, asumieron funciones políticas y hasta militares, que les dieron la apariencia de príncipes. De hecho, el color rojo de sus vestiduras ha significado o la púrpura real que en Roma solo podían lucir los reyes o, en otros tiempos, el color evocó la sangre de los mártires perseguidos por su fe.

lavignadelsignoreLos cardenales se movilizaron como príncipes durante los oscuros tiempos en que la Iglesia de Roma dominó en los estados vaticanos; esa apostura principesca fue la que dejaron en la historia los cardenales políticos Mazarino y Richelieu.

Su equívoca figura en nuestros tiempos resulta anacrónica y en abierta contradicción con el espíritu de una Iglesia que cambió su apostura pero que ha mantenido las formas de una institución poderosa, con un soberano y unos cortesanos oficiantes de un poder temporal y espiritual a la vez.

El tránsito desde esos cardenales servidores del poder al nuevo cardenal pastor es el que está impulsando el papa Francisco, quien, al señalar a monseñor Pimiento como uno de los 5 cardenales mayores de 80 años que harán parte del colegio cardenalicio, está subrayando otra de las líneas que presiden su tarea de reforma de la Iglesia.

El capital desaprovechado

A sus 96 años monseñor Pimiento ha prestado a la Iglesia todos los servicios posibles, desde su primer ministerio episcopal en Montería hasta su arzobispado en Manizales, o como presidente de la Conferencia Episcopal, hasta que el peso de los años lo marginó de esas actividades y le dio la calidad de emérito que hoy ostenta en su retiro en Bucaramanga.

¿Por qué pedirle a un hombre que se ha entregado así, sin cálculo ni medida, que retorne al escenario? ¿Qué espera de él el papa Francisco al honrarlo con la púrpura cardenalicia?

El Papa ve en estos viejos cardenales más que un pasado de actividades; algo necesario para la Iglesia de hoy y de siempre: la sabiduría que deja una larga experiencia. A la Iglesia no le hacen falta administradores, ni mentes audaces y brillantes, sino hombres sabios, con esa sabiduría que dan largos años de fidelidad y de virtud.

El pontificado del papa Francisco no se desvela por las cifras de sus nuevas clientelas ni por las de los desertores, sino por hacer más claro el anuncio evangélico y esto se hace con hombres sabios.

Como en las instituciones seculares en las que se decreta la edad de retiro para dejar fuera de la circulación y de la actividad a los viejos, en la Iglesia esa misma práctica ha dejado sin provecho ese inmenso capital de experiencia y de sabiduría de los más viejos. Es la práctica que desconoce el Papa al sacar de su retiro de eméritos a los cinco nuevos cardenales.

Nada más necesitaba Francisco para llamar la atención del mundo y de la Iglesia sobre este escándalo de desperdicio de recursos valiosos. Por eso su anuncio inesperado de hacer cardenal a un arzobispo de 96 años.

Entrevista

Habla el  cardenal Pimiento

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“La Iglesia sigue con problemas de unidad muy fuertes”

No diría uno que ya se acerca a los 96 años, tan vivo es su pensamiento y tan sana es su apariencia.

Cuando le llegó la edad de retiro era arzobispo de Manizales, pero no se resignó a la inactividad que se presenta bajo la forma de descanso, y se fue para Urabá a trabajar como auxiliar de un párroco. Después, en el Foyer de Charité de Bucaramanga fue consejero, dirigió retiros espirituales, ayudó en lo que pudo y, leyendo, escribiendo, orando y reflexionando mucho estaba cuando le llegó, sorpresiva y contundente, la noticia de su promoción a la dignidad cardenalicia.

El papa Francisco

Al colegio cardenalicio ingresará un viejo arzobispo que admira y sigue las palabras y el ejemplo del papa Francisco.

“Es un hombre que aplica el Evangelio a los problemas del momento para reclamar por las fallas que hay en la Iglesia. Casi parece que se pasa con esas amonestaciones a los cardenales en Navidad, sobre las ‘15 enfermedades’”.

Le interrumpo: “¿Fue políticamente incorrecto?”.

“No, la cosa es que él siente una conciencia que no lo detiene ante la verdad y ante lo que no debe ser. Él tiene una conciencia clara de qué tiene que decir y cómo tiene que decirlo. Finalmente: es Dios que está hablando por un profeta nuevo. Es que es un profeta completo. Mi Dios tiene qué hacer, porque tiene que bendecir a su profeta, entonces tiene que ayudarlo. Pero lo más difícil es la reforma de la Curia y la reforma de la Iglesia”.

La comunión del divorciadoicarjcriadolerj

 

2015 será un año marcado por la segunda parte del sínodo sobre la familia. Con temas como la comunión para los divorciados. ¿Cuál sería el consejo de este nuevo cardenal, al respecto?

“Que la indisolubilidad no se puede debilitar, porque el plan de Dios es muy claro: el matrimonio lo quiere Dios indisoluble. Y, entonces, yo no creo que la comunión se pueda conceder, porque la Eucaristía es para los que nos están en falla contra el Evangelio y ellos están en un estado indebido: es una segunda mujer en la vida”.

Los homosexuales

Otro tema será el de los homosexuales: “¿qué aconsejaría sobre una pastoral para ellos?”

“Eso requiere tener una pastoral más adecuada, puesto que sicológicamente hay soluciones para la homosexualidad, hay sicólogos que curan a los homosexuales. Entonces, sí es una enfermedad curable y, por tanto, hay que tener con la pastoral mucho cuidado, porque nosotros los hemos mirado como anormales únicamente. Hay que ayudarlos a sanar. La Iglesia había estado en una evangelización de teorías del Evangelio, pero como de ideología; ahora, hay que ponerlo como vida”. 

El Concilio

El nuevo cardenal es uno de los pocos padres conciliares sobrevivientes. Para él las sesiones del Concilio son parte de sus recuerdos más vivos:

“Yo fui padre conciliar y veo con dolor que el Concilio no se ha aplicado. Yo procuré pero no me entendieron. La pedagogía del Concilio no se ha hecho. Los sínodos han servido mucho para eso, pero no se han terminado de aplicar. Estamos todavía con anuncios de cristiandad. El Concilio todavía no está aplicado totalmente, tampoco estas enseñanzas del Papa están asimiladas totalmente”.

¿Qué parte del Concilio ve que no se ha aplicado?

“Fundamentalmente, la comunión. Es decir, la vida de unidad. La Iglesia sigue con problemas de unidad muy fuertes, las parroquias divididas porque los párrocos no saben hacer unidad, realmente; las diócesis, con problemas internos entre presbíteros y obispos, y en la curia romana… el problema de comunión es la clave porque eso es lo que quiso Jesús, que fuéramos uno como la Trinidad. Eso no se ha aplicado, estamos procurando la unión con las sectas, las herejías, los cismáticos y los evangélicos. Se ha procurado, y eso ha avanzado muchísimo pero hay dificultades serias. Por dentro no estamos unidos: por problemas humanos. La colegialidad no se ha aplicado, el episcopado no lo ha entendido para vivir en comunión verdadera”. 

Después de más de 50 años aún mantiene viva la sensación de estar allí en un momento definitivo para la vida de la Iglesia y en el centro de la cristiandad. ¿Cuál fue esa sensación?

“De admiración. Aprendí lo que debe ser la Iglesia. Pero aplicar eso le cuesta a uno un trabajo, porque encuentra resistencias, incomprensión. Yo entendí bastante el Concilio, pero, repito, no logré aplicarlo como se debía, por resistencias que encontró uno en el pueblo y en los que le colaboraban”.

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“Lo fundamental es desmontar la fantasía de poder que se estableció en la curia romana”

Celibato

Uno de los temas que desde entonces se discuten es el del celibato de los sacerdotes. ¿Cuál sería hoy su consejo sobre la propuesta de crear dos cleros: el célibe y el casado?

“La fórmula verdadera es que la formación para el sacerdocio sea verdadera, es que la madurez afectiva y sexual no se ha conseguido. Es muy difícil. Con la gracia de Dios se puede, pero con la formación deficiente no quedan formados. Y en este momento de la humanidad, con este sexualismo morboso en que los muchachos llegan ya con muchas cargas negativas, eso no logra el seminario despejarlo completamente”.

Curia romana

El nuevo cardenal es consciente de que la curia romana debe cambiar:

“Lo fundamental es desmontar toda esa fantasía de poder que se estableció históricamente y lo que ha sido la curia en una centralidad de poder, eso le ha deformado la mentalidad a los cardenales, entonces ellos se han vuelto como un poder temporal, los problemas de la economía están ahí marcados. No en todos, ahí hay santos, pero hay de todo, carrieristas… eso es lo fundamental y eso es lo más delicado”.

El sucesor de Francisco

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Monseñor Pimiento participará con su consejo, no con su voto, en la elección del sucesor del papa Francisco. Y ya tiene claro cuál debe ser el perfil del próximo Papa:

“Tiene que ser uno que continúe la dinámica pastoral que tiene la Iglesia, porque en la pastoral pasa que cada párroco cambia lo del otro. Error: destruye la pastoral en vez de continuar, piensa que él es el que va a salvar al mundo. De hecho hay una continuidad desde el Concilio. Pablo VI sufrió mucho en la aplicación inicial, Juan Pablo II trató profundamente de aplicarla y dio muchas cosas luminosas, despertó mucho el catolicismo; Benedicto XVI nos ha traído una iluminación singular para la teología y lo que hay que enseñar evangelizando; y Francisco viene como un ventarrón de dinámica de aplicar el Evangelio. Eso hay que continuarlo, esa es la continuidad de la pastoral, el que venga debe seguir. El estilo será distinto, porque cada quien tiene su talante, pero que la obra siga, porque es la obra de Dios”.

El mayor cambio

Durante más de medio siglo este obispo ha sido testigo de la vida de la Iglesia y de sus cambios; por eso puede decir cuál ha sido para él el mayor de los cambios:

“El problema es que la evangelización no ha sido la adecuada el momento, la educación en la fe no la hemos cumplido y cuando no se cumple la educación en la fe el bautizado no es cristiano, sigue siendo un paganito ahí… Es la experiencia de mi retiro, yo antes tampoco tenía una visión tan clara como la que he logrado ahora. Porque estaba reposado, y tampoco logré actuar totalmente como se debía, de eso me duelo: no haber logrado ser un pastor integral, estábamos en un ambiente de Iglesia de costumbres, de tradiciones”.

Texto: Javier Darío Restrepo

Fotos: VNE, VNC, La Vigna del Signore, cjmnews, Parroquia de san Cristobal1, icarjcriadolerj

 

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