Evolución y Fe

berzosa-p(+ Raúl Berzosa– Obispo auxiliar de Oviedo)

“Darwin nunca dejó de ser creyente ni su teoría transformista debe desembocar en el ateísmo. Por otro lado, el Dios auténtico, si lo es de verdad nunca entraría en colisión o enfrentamiento con sus hipótesis científicas”

Vuelvo sobre el tema, a petición de muchos lectores. Hasta el momento, han existido tres grandes posturas o navegaciones en el tema de nuestros orígenes: el fixismo o creacionismo directo de Dios de todas y cada una de las especies; el transformismo darwiniano que, aun admitiendo a Dios, explica lo creado por transformación según una cadena en la que aparecen muchos eslabones “perdidos”; y el evolucionismo, propiamente hablando, a partir del Big-Bang o la gran explosión, que ya encerraba en sí misma “las internalidades y ajustes precisos y preciosos” que harían posible la evolución misma.

Desde el diálogo fe-ciencia, la pregunta en el bicentenario de Darwin es obligada: ¿Dónde queda Dios después de Darwin? La respuesta es obvia: donde siempre estuvo. 

Y me explico. Por un lado, en el corazón mismo de Darwin, el cual, según numerosas fuentes, nunca dejó de ser creyente ni su teoría transformista debe desembocar en el ateísmo. Por otro lado, el Dios auténtico, si lo es de verdad nunca entraría en colisión o enfrentamiento con sus hipótesis científicas: Dios Creador, hablando con justeza, no estaría en línea de continuidad ni al principio ni al final de la cadena evolucionista de Darwin, sino envolviendo y sustentando todo y haciendo posible el que dicha cadena exista. Porque Dios y su creación no se pueden situar al mismo nivel.

Tomo prestadas las palabras a un teólogo nada sospechoso de tradicionalista: “Dios estaba allí, desde siempre, actuando a la manera de lo infinito en lo finito, y de lo absoluto en lo relativo. Dios Creador y Sustentador, sin perder su trascendencia, actuaba desde dentro de lo creado como origen, centro y meta del proceso evolutivo. Dios no intervenía sólo en momentos puntuales sino como primordial soporte creador y consumador, y, por lo mismo, conductor trascendente-inmanente del Universo, respetando plenamente las leyes naturales que tienen en Él su origen” (H. Küng). 

Concluyo: Dios es el Misterio que da sentido a la evolución misma.

En el nº2.660 de Vida Nueva.

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