“Todos somos Manos Unidas”

(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)

“Y es curioso lo que les ha ocurrido a ciertos grupos y medios de comunicación social hipercríticos con la Iglesia y con el clero. En su ignorancia y mala voluntad han caído en su propia trampa, ponderando el buen ejemplo de esas que ellos consideran buenas oenegés, como Cáritas o Manos Unidas, comparándolas negativamente con la burocracia de la Iglesia”

Así escribe con satisfacción el obispo de Ourense, Luis Quinteiro, en el editorial de su revista diocesana Comunidade, con ocasión del cincuenta aniversario de la fundación de Manos Unidas. Creo que todos podríamos decir con sinceridad esa expresión, para manifestar nuestro orgullo como cristianos por contar con una institución tan reconocida por toda la sociedad por su madurez organizativa, su testimonio de solidaridad y caridad con los más pobres del mundo, y su orientación preferentemente promocional a medio plazo, sin excluir lo asistencial en casos de emergencia.

Y es curioso lo que les ha ocurrido a ciertos grupos y medios de comunicación social hipercríticos con la Iglesia y con el clero. En su ignorancia y mala voluntad han caído en su propia trampa, ponderando el buen ejemplo de esas que ellos consideran buenas oenegés, como Cáritas o Manos Unidas, comparándolas negativamente con la burocracia de la Iglesia, indiferente a la situación de los pobres, ignorando que esas buenas organizaciones son precisamente una parte -y una parte tan sólo- de la vituperada Iglesia.

La misma vicepresidenta del Gobierno ha reconocido y agradecido delante del cardenal Bertone, con ocasión de la última visita de éste, el servicio social inapreciable que está aportando la Iglesia en España frente a tantas situaciones de pobreza y marginalidad que padecen ocho millones de personas, por medio de parroquias, instituciones diocesanas o nacionales, congregaciones religiosas, etc. 

Por todas ellas, bien podríamos decir: yo soy Manos Unidas, yo soy Cáritas, yo soy bolsas de trabajo de las parroquias, yo soy congregaciones vicencianas, yo soy hermanos de San Juan de Dios, yo soy hermanas de la madre Teresa, yo soy Ayuda a la Iglesia Necesitada, yo soy, yo soy, yo soy… Y, a su vez, también todas ellas podrían decir: yo soy la Iglesia, yo soy la Iglesia, yo soy la Iglesia… ¡Gracias a Dios!

En el nº 2.649 de Vida Nueva.

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