La reforma de los seminarios, “a regañadientes”

El viernes 8 de marzo, en la recta final de la Asamblea Plenaria de primavera de la Conferencia Episcopal Española, se abrió la veda para dialogar sobre la reestructuración de los seminarios en fondo y forma exigida por la Santa Sede. Una reforma que se estaría llevando a cabo “a regañadientes” por parte de los obispos. Según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, todavía sobrevuela entre los pastores cierto “malestar” por el desarrollo de la cumbre celebrada en Roma el pasado 28 de noviembre y así se habría visibilizado en las intervenciones de la Plenaria. El Papa les convocó para hablar sobre el presente y futuro de la formación de quienes se preparan para recibir el orden sacerdotal.



Hay una percepción “positiva” del diálogo que mantuvieron con Francisco que, “de manera natural, fue desvelando las lagunas que tenemos a modo de banderillas diplomáticas”. Sin embargo, el gesto de los obispos cambió cuando los responsable del Dicasterio para el Clero les entregaron los doce folios con unas directrices para aplicar de aquí a 2026, esto, es un documento llamado ‘Criterios para la actualización de la formación sacerdotal inicial en los Seminarios Mayores’.

“No nos gustó que se nos impusiera un guión desde fuera con esa determinación”, se queja un obispo a esta revista, que dice ser voz de otros tantos. Eso sí, pocos de ellos reparan en la mano izquierda romana que llevó a no presentar ni entregar la auditoría elaborada por los dos obispos uruguayos, Milton Luis Tróccoli y Arturo Eduardo Fajardo, que tal y como desveló ‘Vida Nueva’, habla de un estado “problemático” de los centros de formación.

Deberes sin hacer

“Ya somos mayores como para enrocarnos, solo porque no nos gustó la manera de entregarnos ese documento, pero, sobre todo, porque lo que ahí pone nos obliga a hacer lo que deberíamos haber hecho antes: cerrar y reagrupar seminarios. A nadie nos gusta que nos digan que no lo hacemos bien y menos que nos fiscalicen porque no hemos hecho los deberes”, apunta otro obispo, que reconoce que en estos últimos años “no se ha hecho prácticamente nada” para aplicar “a fondo” la ‘Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis’, el itinerario establecido por la Santa Sede en 2016. “Además, Tenemos una ‘Ratio nationalis’ muy bien elaborada que se aprobó en 2019 para aterrizar las indicaciones vaticanas, que tampoco hemos aplicado como corresponde”, apunta otro prelado.

“Los escándalos que han trascendido a los medios y los problemas que tenemos todos nos deberían hacer más autocríticos”, insinúa un formador de seminario, que sabe que la reagrupación territorial es solo la dimensión estructural de la cuestión. “El problema de fondo es la formación, el modelo de cura que hemos forjado, se nos ha ido de las manos”, añade, dejando caer, entre otras cosas, cómo se da un trasvase de candidatos que saltan de un seminario a otro sin pedir informes y a sabiendas de que no son aptos, la obsesión por mantener cifras de ordenados para cubrir la crisis vocacional y las jubilaciones, la ausencia de equipos psicológicos que evalúen y asesoren carencias afectivas, las lagunas del curso propedéutico, los tintes ideologizantes que se respiran… “Estas situaciones las veo yo y las ven en el Dicasterio para el Clero, porque me constan significativas peticiones de dispensa, tramitación de expedientes por parte de obispos para cesar a sacerdotes…”.

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