Jacqueline Straub reclama al Sínodo “reformas integrales”, pues “el tiempo se acaba”

  • La teóloga alemana es autora, en PPC, del libro ‘Joven, católica y mujer. Por qué quiero ser sacerdote’
  • “Menos dejarse llevar por el miedo e inquietarse por los reaccionarios, menos pensamiento rígido”, denuncia

Tras clausurarse días atrás esta primera sesión del Sínodo de la Sinodalidad, que se cerrará en la asamblea final de octubre de 2024 y se concretará definitivamente en la posterior exhortación del Papa, continúan los ecos en todo el mundo sobre todo lo vivido estas semanas en Roma. En este sentido, ha mostrado su posición la teóloga alemana Jacqueline Straub, autora en PPC del libro ‘Joven, católica y mujer. Por qué quiero ser sacerdote’.



En un breve escrito en Facebook, la también periodista ha valorado que “mi iglesia puede ser dinámica, lo ha demostrado muchas veces. Pero también puede ser perezosa y ansiosa. El proceso sinodal de la Iglesia mundial es un intento de ser dinámica. El objetivo es escucharse y aprender unos de otros. Pero eso no es suficiente”.

“Más coraje”

Y es que, para Straub, la simple reflexión conjunta, por sí “sola”, “no resuelve los muchos y antiguos problemas de la Iglesia”. La causa es que, además de este “dinamismo”, se necesita “más coraje, más confianza en el Espíritu Santo”, así como “más experimentación, más mirar a la Iglesia primitiva”. Un tiempo en el que, como siempre reivindica la teóloga, defensora de que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, estas siempre estuvieron al lado de Jesús, en primera línea, y en los primeros siglos mantuvieron un marcado protagonismo.

De ahí que interpele de un modo directo a la Iglesia: “Menos dejarse llevar por el miedo, menos dejarse inquietar por los reaccionarios, menos pensamiento rígido. Muchas personas en el proceso sinodal están a favor de esto y quieren que la Iglesia avance. Está en marcha y quiere ser ‘Ecclesia semper reformanda’”.

“Todavía pueden ocurrir milagros”

Eso sí, Straub alerta de un grave riesgo: hay dinamismo y se avanza en el camino, “pero el tiempo se acaba. Pido a Dios que dé a mi Iglesia aún más dinamismo para que pronto pueda aplicar reformas integrales. Tengo curiosidad por ver cómo continúa el proceso sinodal. Todavía pueden ocurrir milagros”.

Semanas atrás, la teóloga abrió su alma en otra reflexión al contar cómo, al entrar en una capilla y ver el altar, sabiendo que no podía subirse a él pese a ser esa la vocación que siente desde que era adolescente, “con lágrimas en los ojos”, “me puse delante y pensé: ‘Este es mi sitio. El lugar que la Iglesia me atribuye como mujer, aunque mi alma anhela estar detrás del altar y celebrar la Sagrada Eucaristía con la gente”.

Entonces, “miré las velas encendidas y contemplé la nave vacía y oscura. Y allí estaba de nuevo ese sentimiento de profunda tristeza. Tristeza por no poder seguir mi vocación. Es un dolor que siento una y otra vez. Forma parte de mí, mientras la Iglesia católica excluya de la ordenación a las mujeres con vocación”.

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