‘Fieramente humanos’: en el espejo del Barroco

El Barroco permanece vigente: con su realismo casi fotográfico, con su mensaje de dolor, de dramatización y también de fe. ‘Fieramente humanos’. Retratos de santidad barroca, la gran exposición del Museo Carmen Thyssen en Málaga, lo demuestra. “Esta es una muestra de excepcional calidad, teniendo en cuenta que tenemos en ella presentes a pintores como Velázquez, Ribera, Ribalta, Murillo o Luca Giordano, y a escultores como Pedro de Mena y Martínez Montañés. Son préstamos extraordinarios –explica Lourdes Moreno, directora artística de la pinacoteca malagueña–. Y luego aportamos una visión singular sobre el Barroco español, porque la hacemos dialogar también con obras de arte del siglo XX, con lo cual demostramos que ciertos códigos, iconografías y aspectos que surgieron en una época muy alejada de la nuestra siguen vigentes hasta la actualidad. Y creo que esos dos aspectos le dan una especial singularidad”.



El Concilio de Trento (1545-1563) marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia, pero también en el arte: el culto a los santos como mediadores y la definición del catolicismo como una religión decididamente visual fueron ejes de la reacción católica a la Reforma protestante. “La Iglesia se ve movida a responder y a hacer algo por sus fieles en un momento en el que la cultura y el índice de lectura de la población eran muy distintos a los que tenemos hoy día. Las imágenes, los cuadros, las esculturas eran auténticos relatos para los fieles, y ahí es donde está la fortuna de ese momento, la de confluir esa crisis con un momento espiritual de gran efervescencia en España”, afirma Moreno.

“No hay que olvidar que la Casa de Habsburgo gobierna el gran imperio español y el emperador trabaja con Roma en ese sentido, y que España siente también que debe defender su acción en los territorios conquistados a partir de la fe –prosigue–. Hay un enorme caudal de producción de pintura religiosa para conventos, iglesias, monasterios, y que era un relato auspiciado por alguna de las manos más preclaras y lúcidas”.

Realismo y devoción

A través de 35 obras, el Museo Carmen Thyssen, –en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Valencia– recorre las relaciones entre realismo y devoción. El director de este último y comisario de la muestra, Pablo González Tornel, cree que “el realismo que alcanza su culmen en este momento es un vector común en el arte español. Ese naturalismo define de alguna manera al arte español, con ese exceso a veces de crudeza, que no tenía otro sentido para los artistas que conmover a los fieles, mostrar de manera muy cercana a la población esas imágenes de entrega, de devoción, de milagro y, en ocasiones también, de sacrificio extremo, que es el de Cristo en la cruz, la divinidad, la santidad”.

González Tornel lo describe gráficamente: “Los santos bajaron de los altares y se confundieron con los fieles para mostrarse ante ellos como seres de carne, sangre y lágrimas. Humanizados como nunca”. Eran verdaderos “espejos de virtud”, como expone Lourdes Moreno: “El uso de la luz, con una paleta en ocasiones ciertamente oscura, vinculada a fondos negros, pardos, una luz muy teatralizada, se ve en Pedro de Mena y en la manera en que plasma no solo el dolor del Ecce Homo, sino también enseña al público cómo reaccionar ante el dolor de ese sacrificio, con la convivencia junto a esa escultura de la Virgen Dolorosa. Es una manera de enseñar a los fieles cómo comportarse, por lo que es también una especie de teatro no parlante”.

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