José Rodríguez Carballo: “Menos alarmas y más apertura a la voz del Espíritu”

Arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz

José Rodríguez Carballo (Lodoselo, Ourense, 1953) es, oficialmente, el nuevo arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz. El franciscano vuelve a España –de la que “ya tenía morriña”– tras 36 años en el extranjero. De estos, los últimos 20 ha sido primero una década general de los franciscanos y después otra –todo el pontificado de Franciscosecretario del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Se trata de un nombramiento más que cantado, pues casi solo él guardó el secreto pontificio.



Conversamos con el religioso gallego por teléfono mientras viaja en coche desde Lecce a Roma. Aunque lo hacemos “con tranquilidad, porque no conduzco yo. Me gusta mucho Vida Nueva pero no quiero pasar a una vida nueva, no tengo prisa”, dice haciendo gala de su buen humor. El hombre que ha puesto a raya a las nuevas formas de vida consagrada, ha elaborado la reforma federativa de la vida contemplativa y ha comisariado algunas congregaciones cuyos fundadores no han destacado por sus modos evangélicos, llega ahora a España para ser el cuarto obispo pacense sucediendo a Celso Morga, quien pidió el pasado enero su renuncia al cumplir los 75 años. Admite que se podrá equivocar, como lo habrá hecho en estos diez años como secretario del Dicasterio, pero “todo ha sido en beneficio de la vida consagrada”.

PREGUNTA.- ¿Por qué nombrarle arzobispo coadjutor y no esperar a ser titular?

RESPUESTA.- En estos momentos tengo que seguir un mes y medio más en Roma. Hasta el 31 de octubre –cuando finaliza el Sínodo– sigo ejerciendo como secretario del Dicasterio. Se decidió de esta manera, en lugar de aceptar la renuncia de Morga ya y nombrar a un administrador apostólico o seguir esperando. Es una medida muy prudente y oportuna que tiene la Iglesia para que don Celso y un servidor podamos caminar juntos un tiempo y poder conocer de la mano del pastor la diócesis a la que llego.

La diócesis continúa su ritmo normal, por tanto se trata de una medida pedagógica y oportuna para la Iglesia local y para mí, porque mi primer trabajo como arzobispo va a ser escuchar y conocer. Lo que tengo claro es que no se puede improvisar ni llegar con un proyecto personal, sino con un proyecto que responda a las necesidades de la archidiócesis y a lo que la Iglesia y el Santo Padre esperan de mí.

Vuelta a casa

P.- Su nombramiento lleva meses sobre la mesa… ¿Tenemos un problema en España con el secreto pontificio?

R.- Si hay mandatos de secretos pontificios son para cumplirse. Diría que me sorprendió e incluso me molestó que se filtrara a la prensa una noticia que aún no era ni real. Por eso no respondí nunca preguntas al respecto.

P.- No va a su natal Ourense, pero se podría decir que vuelve a casa. ¿Necesitaba ya estar en España?

R.- Esto no es secreto pontificio y lo puedo decir: hace dos años pedí al Santo Padre volver a España si era posible. Llámalo morriña, nostalgia, mezclado con ganas de hacer pastoral directa. No sé lo que podré hacer o no, pero me gusta el contacto con la gente y por eso intentaré siempre ser un pastor con olor a oveja. En mi experiencia pastoral siempre he intentado estar cercano y hacer de la escucha mi misión privilegiada. En estos diez años que llevo en el Dicasterio mi mayor preocupación ha sido escuchar, porque ahí está la vida, la vida no es algo abstracto, se transmite en lo que decimos y para eso hay que escuchar.

P.- Se presenta “como aprendiz y discípulo”, aunque, en cierto modo, ha sido pastor de los religiosos de todo el mundo. ¿Llega con la ‘L’ a la espalda?

R.- Gracias a Dios, en los años como provincial, general y secretario he tenido mucho contacto con generales, provinciales, obispos, religiosos y religiosas… y esto me ha dado una experiencia. Aunque he tenido mucho trabajo de secretaría, nunca perdí el contacto con la realidad. Hoy regreso de la participación en una celebración muy popular en Copertino, donde tuve mucho contacto con la gente. Venía aquí de párroco y sacristán en verano. En estos años también he tenido contacto con el mundo de la droga y de otras adicciones a través de una organización italiana. Este contacto con la realidad del hombre y la mujer de hoy me ha enseñado mucho. Muchos de ellos han sido maestros pese a que hayan caído en esta desgracia, porque no está todo perdido y ellos, habiendo tocado la muerte, luchan por la vida y eso me ha evangelizado. No he sido párroco, pero no diría que voy sin experiencia pastoral.

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