La laica Francia respalda con aforo completo a Francisco en Marsella

  • El Papa ha logrado movilizar a más de 55.000 personas en la misa de clausura de su viaje, a la que se suman los miles de peregrinos que le arroparon en todo su trayecto
  • El presidente Macron y la responsable del Banco Central Europeo participaron en la eucaristía

Antes de llegar al velódromo de Marsella, el Papa recorrió la llamada Avenida del Prado, donde había una multitud enorme. Es la acogida que Francisco ha recibido de la laica Francia en medio de un viento mistral que le dispensó del uso del solideo. Esto hace pensar que fueron muchos los que se quedaron fuera del estadio deportivo donde se celebró la multitudinaria eucaristía.



Se calcula que a la misa presidida hoy a media tarde por Francisco asistieron unas 55.000 personas. Un lleno absoluto. Solo en la curva sur se quedaron libres las butacas, puesto que fue donde se erigió un altar enorme. La celebración estuvo dinamizada con un coro de mil personas.

Primera fila

En primera fila se encontraba el presidente Emmanuel Macron con su esposa, además de algunos ministros del Gobierno y autoridades locales y regionales. Y, junto a ellos, quizá una autoridad que pudo extrañar a algunos: la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, que está casada con un marsellés.

Los periodistas galos hablan ya de “una misa para la historia”, tanto por la homilía del pontífice como por su capacidad de convocatoria. Y es que, como llegó a afirmar Charles de Gaulle, la república francesa es laica, pero los franceses son cristianos. Así se apreció ayer en el pabellón deportivo convertido en templo que se eligió para la celebración.

Es cierto que se barajó la posibilidad de un espacio que pudiera acoger todavía a más fieles, pero dicen que el cardenal de Marsella, Jean-Marc Aveline, conocedor del simbolismo del velódromo optó por este lugar considerado como la casa de todos los marselleses. Y es que, si San Mamés es la ‘catedral’ de Bilbao’, el campo del Olympique de Marsella, ahora en horas bajas, es una ‘basílica’ laica para los habitantes de la ciudad. Por eso, nada mejor que transformarla por una tarde en un altar católico con el Papa de Roma como celebrante principal.

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