Francisco y Macron en Marsella: del brazo y media hora a solas

El Papa ha mantenido un encuentro privado con el presidente francés, en el marco de su visita a la ciudad gala para clausurar los Encuentros Mediterráneos

El Papa Francisco y Emmanuel Macron, en Marsella. EFE

Madrugador, como acostumbra, Francisco ha comenzado su segunda jornada marsellesa. Antes de las nueve de la mañana, mantuvo en la residencia del arzobispo, donde ha dormido, un encuentro con un grupo de personas “en situación de dificultad económica”, un eufemismo para referirse a pobres de solemnidad, jóvenes y ancianos de diversas nacionalidades. No ha sido una formalidad, puesto que la reunión se ha prolongando durante una hora.



Cambio total de escenario y de interlocutores a las diez de la mañana. La pareja presidencia, Emmanuel y Brigitte Macron, acogían a su huésped en los jardines del Palacio del Faro, la suntuosa residencia que Napoleón III hizo construir para su mujer, la emperatriz sevillana Eugenia de Montijo.

Puente y puerta de esperanza

En compañía del presidente, abrazado al Papa y a su esposa, Francisco hizo su entrada en un gran salón donde le esperaban obispos y jóvenes que han trabajado juntos durante esta semana en los Encuentros Mediterráneos, además de un nutrido grupo autoridades locales, del Gobierno, de la Asamblea Nacional y representantes de la sociedad civil.

El primero en tomar la palabra ha sido el cardenal arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, que definió la ciudad como “un mosaico cuyas piedras tan diversas” pone en valor su belleza. A la par, expresó su esperanza de que Marsella sea “puente y puerta de esperanza”.

Laboratorio de paz

Después de escuchar las intervenciones de una joven y de un obispo albanés, Jorge Mario Bergoglio comenzó con la lectura de su discurso que duró exactamente media hora. El primer aplauso, de los muchos que respaldaron su alocución, se lo ganó cuando el Papa definió a Marsella como “la sonrisa del Mediterráneo” y verbalizó su deseo de que sea “un laboratorio de paz”, como signo de fraternidad, superando cualquier frontera.

Una de las frases más celebradas de la intervención papal fue la siguiente: “La integración es fatigosa”. A la vez reconoció que “o será juntos o no será”. Francisco dejó claro que “no podemos aceptar que los caminos de la paz estén cerrados”.

En una de sus improvisaciones, comentó, entre las risas del auditorio, en torno a la cuestión del invierno demográfico, que le dolía cuando veía como se trataba “a los perritos como a los niños, llevándolos en carrito”.

Un orgullo

Terminado el encuentro, Francisco y Macron se han reunido a solas durante una media hora, un coloquio que ha estado acompañado de un intercambio de regalos y de la inmortalización del encuentro. “Para Marsella, para nuestro país, orgullo de acoger a Su Santidad el Papa Francisco con motivo de los Encuentros del Mediterráneo”, escribió después Macron en la red social X.

El Papa Francisco y Emmanuel Macron, en Marsella. EFE

Al mismo tiempo, en la sala contigua, también informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, tuvo lugar un breve encuentro entre el cardenal secretario de Estado Vaticano Pietro Parolin y la primera ministra de Francia Élisabeth Borne, en presencia del sustituto de la Secretaria de Estado Edgar Peña Parra, del nuncio Celestino Migliore y de un consejero de la nunciatura.

Los sectores más laicistas de Francia han criticado mucho la decisión del presidente de asistir a la multitudinaria misa que el Santo Padre presidirá en el velódromo marsellés. El Elíseo ha precisado que el jefe del Estado asistirá al acontecimiento religioso pero no participará ni recibirá la comunión.

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