La escuela de la comunión eclesial existe y está en San Sebastián

Han sido años de conversaciones, de reflexión y de discernimiento en un contexto de cambio social que ha afectado totalmente al paradigma educativo. Pero, finalmente, la Fundación Escuela Teresiana, la Fundación Elikel y la Fundación Educativa Jesuitinas, titulares de tres centros educativos de San Sebastián, han llegado a un acuerdo de integración que resultará, a partir del próximo curso, en un proyecto común que unirá a estos tres colegios con historia y reconocido prestigio en la zona. Unen, de esta manera, fuerzas para desarrollar un proyecto integrador y sólido en la ciudad, con el objetivo de “dar respuesta a los retos educativos de la sociedad del siglo XXI”.



Un proyecto que, tal como señala Mikel Aranguren, vicario episcopal de Pastoral de Evangelización y director de la Fundación Elikel –que gestiona el colegio Larramendi–, comenzó a gestarse a partir del “conocimiento y relación existentes entre las tres instituciones, a nivel diocesano, teniendo en cuenta, además, que se sitúan en un entorno muy cercano, y la tipología de alumnado en cada centro era cada vez más parecido”. “Eso acercaba el diálogo educativo en una clave parecida, situándonos los tres centros en el mismo nivel”, añade.

De hecho, tal como explican estas instituciones, el proyecto, que cuenta con la aprobación de la Consejería de Educación, busca consolidar la oferta actual de enseñanzas de los colegios (0-18 años) y posibilita que, en colaboración con otras instituciones públicas y privadas de otros sectores, se puedan ampliar horizontes ofreciendo otras enseñanzas regladas y actividades extracurriculares que ayuden al desarrollo de los pilares pedagógicos sobre los que se asienta el nuevo proyecto educativo.

Una iniciativa ambiciosa que, si bien aún no está plenamente definida, comenzará a materializarse a partir del próximo curso 2023-24, en el que el alumnado de 0-3 años de los tres centros se integrará en las instalaciones de Santa Teresa Ikastetxea, de la Fundación Escuela Teresiana. A partir de aquí “se irán definiendo los siguientes cursos, porque, además, debemos ir elaborando la hoja de ruta junto con la Consejería de Educación, quien, administrativamente, a diversos niveles, tiene que acompañar y favorecer esta nueva realidad”, señala Aranguren.

Buscar un nombre

En la misma línea, Rosa Mª Romo, presidenta del Patronato de la Fundación Educativa Jesuitinas –que gestiona el Colegio Nuestra Señora de Aranzazu–, apunta que, en este proceso, además, “hay que dar pasos en la integración de todos los educadores y las familias en este nuevo proyecto”. En este sentido, “son elementos importantes el trabajo colaborativo de los educadores y la comunicación de todo lo que se vaya concretando”. Por ello, a partir del próximo curso irán “integrando paulatinamente etapas educativas en las distintas sedes del centro resultante en función de las posibilidades de espacio, ubicación, instalaciones, etc. Y cómo no, habrá que poner un nombre a nuestro centro que sea expresión de este proyecto nuevo e ilusionante”.

La iniciativa, además de suponer un nuevo paradigma para la educación en Donosti, tiene mucho que ver con la intercongregacionalidad y las mutuas relaciones entre obispos y religiosos. Así, el establecer relaciones entre instituciones y carismas desde el diálogo y la colaboración parece abrir una nueva puerta de cara al futuro. “Este paso nos anima a continuar discerniendo e implicándonos en la construcción de iniciativas eclesiales y evangélicas que nos movilicen y nos saquen de la autorreferencialidad institucional en la que fácilmente hemos caído”, explica Raquel Navarro, presidenta del Patronato de Fundación Escuela Teresiana.

Noticias relacionadas
Compartir