El Papa a los jóvenes de RD Congo: “No se dejen manipular por quienes buscan usarlos para mantener la espiral de violencia”

El papa Francisco con los jóvenes de RD Congo

El papa Francisco tiene tirón en la República Democrática del Congo. 65.000 jóvenes han abarrotado esta mañana el Estadio de los Mártires de Kinsasa para escucharle. Y han conocido al Padre Jorge, que les ha preparado toda una catequesis para alentarles sobre su poder transformador en la sociedad valiéndose de lo que les diferencia de cualquier otra persona: sus manos.



“Quisiera pedirles, por unos instantes, no me miren a mí, sino miren sus manos. Abran las palmas de las manos, mírenlas atentamente. Amigos, Dios ha puesto en sus manos el don de la vida, el futuro de la sociedad y de este gran país”, ha comenzado diciendo. “Hermano, hermana, ¿tus manos te parecen pequeñas y débiles, vacías e inadecuadas para tareas tan grandes?”, ha preguntado.

En este sentido, ha continuado: “Quisiera llamar tu atención sobre un detalle: todas las manos son similares, pero ninguna es igual a la otra; nadie tiene unas manos iguales a las tuyas, por eso eres un tesoro único, irrepetible e incomparable. Nadie en la historia puede sustituirte. Pregúntate entonces, ¿para qué sirven mis manos?, ¿para construir o para destruir, para dar o para acaparar, para amar o para odiar?”.

“Ves -ha añadido-, puedes apretar la mano y cerrarla, y se vuelve un puño; o puedes abrirla y ponerla a disposición de Dios y de los demás. Joven que sueñas con un futuro distinto, de tus manos nace el mañana, de tus manos puede llegar la paz que falta en este país”. Pero, ¿cómo hacerlo? Pues Jorge Mario Bergoglio les ha sugerido cinco “ingredientes para el futuro”, uno por cada dedo de la mano.

El pulgar

“Al pulgar, el dedo más cercano al corazón, corresponde la oración, que hace latir la vida. Puede parecer una realidad abstracta, lejana de los problemas tangibles. Sin embargo, la oración es el primer ingrediente, el más esencial, porque nosotros solos no somos capaces. No somos omnipotentes y, cuando alguien cree que es así, fracasa miserablemente”, ha señalado.

Como ha recalcado, “es necesaria la oración, una oración viva. No te dirijas a Jesús como a un ser lejano y distante al que hay que tenerle miedo, sino como al mejor de los amigos, que dio la vida por ti”. Y ha añadido: “La oración es el arma más potente que existe. Te trasmite el consuelo y la esperanza de Dios. Te abre siempre nuevas posibilidades y te ayuda a vencer los miedos”.

El índice

“Miremos ahora el segundo dedo, el índice. Con este indicamos algo a los demás. Los otros, la comunidad, este es el segundo ingrediente. Amigos, no dejen que su juventud se estropee por la soledad y el aislamiento. Piénsense siempre juntos y serán felices, porque la comunidad es el camino para estar bien consigo mismo, para ser fieles a la propia llamada”, ha indicado.

Según sus palabras, “las decisiones individualistas, en cambio, al principio parecen atrayentes, pero después solo dejan un gran vacío interior. Piensen en la droga; te esconde de los demás. Piensen también en la dependencia del ocultismo y de la brujería, que te atrapan en las garras del miedo. No se dejen encantar por esos falsos paraísos egoístas”.

Y “cuídense de la tentación de señalar a alguien con el dedo, de excluir a otro porque tenga un origen distinto, del regionalismo, del tribalismo, que parecen fortalecerlos en su grupo y, en cambio, representan la negación de la comunidad. Primero se cree en los prejuicios sobre los demás, después se justifica el odio y, por tanto, la violencia, y al final nos encontramos en medio de la guerra”, ha recalcado.

“¿Has hablado alguna vez con las personas de los otros grupos o has estado siempre encerrado en el tuyo?”, se ha preguntado, para luego subrayar: “Si ves a alguien solo, sufriendo, olvidado, acércate. No para hacerle ver lo bueno que eres, sino para darle tu sonrisa y ofrecerle tu amistad”.

En este punto, el Papa ha tomado la mano de su traductor y ha invitado a los jóvenes a hacer lo mismo con quien tengan a su lado como prueba de lo que significa ser una comunidad. “Siéntete custodiado por el hermano y por la hermana, por alguien que te acepta tal como eres y que quiere cuidar de ti. Y siéntete responsable de los demás, parte viva de una gran red de fraternidad”.

El corazón

“Oración, comunidad, llegamos al dedo medio, que se eleva por encima de los otros casi para recordarnos algo imprescindible. Es el ingrediente fundamental para un futuro que esté a la altura de sus expectativas. Es la honestidad. Ser cristianos es testimoniar a Cristo. Por tanto, el primer modo para hacerlo es vivir rectamente, como Él quiere”, ha insistido.

¿Y qué significa esto? “No dejarnos enredar en los lazos de la corrupción. No te dejes vencer por el mal, no se dejen manipular por los individuos o los grupos que buscan usarlos para mantener vuestro país en la espiral de la violencia y la inestabilidad, para poder así seguir controlándolo sin tener consideración por nadie”, ha subrayado.

Y ha continuado: “Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien, sean ustedes los que transformen la sociedad, los que conviertan el mal en bien, el odio en amor, la guerra en paz”. El Pontífice ha sido aquí muy claro al invitar a los jóvenes -o casi obligarles- a indignarse.

El anular

“Hemos llegado al cuarto dedo, el anular. En él se ponen los anillos nupciales. Pero, si lo piensan, el anular es también el dedo más débil, el que cuesta más trabajo levantar. Pero, en nuestra fragilidad, en las crisis, ¿cuál es la fuerza que nos permite seguir adelante? El perdón. Perdonar no significa olvidar el pasado, sino no resignarse a que se repita”, ha dicho invitándoles a estar un minuto en silencio.

Según ha expresado, “para crear un futuro nuevo necesitamos dar y recibir perdón. Esto es lo que hace el cristiano: no ama solo a aquellos que lo aman, sino que sabe detener con el perdón la espiral de las venganzas personales y tribales. El que perdona lleva a Jesús también allí donde no lo acogen, introduce el amor donde el amor es rechazado. El que perdona construye el futuro”.

El meñique

“Hemos llegado al último dedo, el más pequeño. Tú podrías decir, soy poca cosa y el bien que puedo hacer es una gota en el mar. Pero es precisamente la pequeñez, el hacerse pequeño, lo que atrae a Dios. La palabra clave en este sentido es servicio. El que sirve se hace pequeño. Como una semilla minúscula, parece que desaparece en la tierra y, sin embargo, da fruto”, ha señalado.

Y ha proseguido: “Según nos dice Jesús, el servicio es el poder que transforma el mundo. Por eso, la pequeña pregunta que puedes atarte al dedo cada día es: ¿qué puedo hacer yo por los demás? Es decir, ¿cómo puedo servir a la Iglesia, a mi comunidad, a mi país? Es hermoso servir a los demás, hacerse cargo, hacer algo gratuitamente, como lo hace Dios con nosotros”.

Francisco ha concluido insistiendo en que “la República Democrática del Congo espera de sus manos un futuro distinto, porque el futuro está en sus manos”. “Que su país vuelva a ser, gracias a ustedes, un jardín fraterno, el corazón de paz y de libertad de África”, ha subrayado.

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