La pobreza energética dificultó que, en 2021, 6,7 millones de personas calentaran sus hogares

  • Esto lo sufrieron “1,6 millones de personas más respecto a 2020 y el doble comparado con 2019”
  • Comillas también apunta que, el pasado año, “4,5 millones de personas no pagaron sus facturas en fecha”
  • Sin la acción del Gobierno, “la pobreza energética oculta severa habría alcanzado a 200.000 hogares más”

Un pensionista se manifiesta contra la pobreza energética

La Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas ha presentado en la mañana de este martes 15 de noviembre en Madrid su anual ‘Informe de indicadores de pobreza energética en España’, correspondiendo este a 2021. Estudio que deja dos indicadores ciertamente preocupantes: “Hasta 4,5 millones de personas (9,5% de los hogares) no pagaron facturas energéticas en fecha y 6,7 millones (14,3%) no pudieron mantener una temperatura adecuada en sus casas”.



Este segundo indicador es ciertamente alarmante, pues refleja que las dificultades para regular la temperatura en el hogar afectaron a “1,6 millones de personas más respecto a 2020 y el doble comparado con 2019”.

Indicadores preocupantes

El informe de la universidad jesuita lamenta que “un elevado número de hogares entraron en pobreza energética oculta severa”. Y es que “casi tres millones de hogares tuvieron un porcentaje de gasto en energía sobre sus ingresos netos mayor que el doble del de un ‘hogar medio’”. Además, “2,7 millones de familias alcanzaron la situación de pobreza energética si se toma como referencia un umbral absoluto basado en una renta mínima estándar, concretamente, el SMI”. Con todo, “estas cifras suponen una reducción media del 1,5% respecto a la situación detectada por la Cátedra en 2020”.

Otro aspecto llamativo es que “casi 3,3 millones de hogares dedicaron un porcentaje desproporcionado de sus ingresos a cubrir sus facturas energéticas y dos millones de hogares sufrieron pobreza oculta severa”.

Menos de la cuarta parte de lo que necesita

Ahondando más, nos encontramos con el índice HEP, que identifica a “un hogar en pobreza energética oculta severa si gasta menos de la cuarta parte de lo que realmente necesita para cubrir sus necesidades energéticas (gasto energético requerido). Su incidencia fue del 10,32%, frente al 4,8% de 2020”.

De hecho, como ha explicado  José Carlos Romero, coordinador de la Cátedra de Energía y Pobreza y autor principal del informe, “sin las medidas del Gobierno”,  “sin las medidas del Gobierno”, como la reducción del IVA, del impuesto de electricidad o de cargos y peajes en la factura eléctrica, “la pobreza energética oculta severa habría alcanzado a 200.000 hogares más”.

Una tendencia creciente

También se aprecia “una tendencia creciente en muchas familias a restringir la calefacción por miedo a la factura”. Y eso que no se puede olvidar que en 2021 tuvo un fuerte impacto la nevada ‘Filomena’, que obligó a muchos a subir la calefacción más de lo deseado y “marcó a muchos hogares, quedando en la mentalidad de muchas familias ese ‘enero blanco’”.

Sin olvidar que el año pasado se dieron dos situaciones paralelas, una positiva y otra negativa. Así, marcó “el comienzo del fin de la Covid, por lo que estuvimos menos tiempo en el hogar y se consumió menos, y, por otro lado, fue el del inicio de la crisis de precios de la energía, lo que perjudicó a muchos”.

Facturas inabordables

Por comunidades autónomas, “la situación en Extremadura, Canarias y Andalucía es peor” en comparación con la media nacional, “especialmente con las regiones del norte”. Respecto al indicador de pobreza energética oculta, “Canarias aquí sí mejora, beneficiándose de su buen clima general”.

Según Efraim Centeno, director de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas, algunos indicadores reflejan que “estamos en el buen camino, pero lejos de lo que debería ser un país como el nuestro”. Así lo muestra un informe que evidencia “algunas luces, pero una gran sombra”, aumentando progresivamente la pobreza energética severa.

Acierto del Gobierno

Para combatirlo se ha percibido “una respuesta rápida y eficaz” del Gobierno, al menos en cuanto “al primer impacto, evitando cortes de luz”. De ahí que haya que valorar “el gran esfuerzo” realizado.

Que hay “trabajo que hacer” lo destaca en el informe uno de sus autores, Roberto Barrella, investigador de la cátedra de Comillas, para quien esta inflación de la factura energética “ha tenido un impacto muy significativo en nuestros hogares, sobre todo a partir del otoño. Todo parece indicar que muchas familias restringieron su gasto por miedo a unas facturas que se volvieron inabordables de la noche a la mañana”.

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