Yvonne Reungoat: “El obispo ideal no existe”

Salesiana

Yvonne Reungoat no tenía ni idea de que iba a ser nombrada por el papa Francisco miembro de la Congregación para los Obispos. “La noticia me cayó cuando estaba en la sede de la USMI”, dice, refiriéndose a la Unión de Superioras Mayores de Italia, organismo que preside esta religiosa francesa que estuvo al frente de la congregación de las Hijas de María Auxiliadora (salesianas) hasta octubre de 2021.



“El obispo no es solo la persona que manda y a la que los demás obedecen, sino que debe saber implicar al resto y dejarse interpelar”, afirma sobre las características que, a su juicio, debería tener un buen pastor.

PREGUNTA.- ¿Qué ha supuesto para usted el nombramiento?

RESPUESTA.- Había leído que el Papa tenía intención de nombrar a dos mujeres y me pareció una buena noticia. Pensé que estaba preparando el terreno y que lo iba a hacer efectivo pronto, aunque ni por un segundo pensé que yo iba a ser una de esas mujeres. Cuando se hizo pública la noticia del nombramiento, comencé a recibir mensajes de felicitación, así que busqué información y encontré la noticia. Fue una sorpresa muy grande, por la decisión de nombrar a tres mujeres y, en mi caso, porque pensaba que se había terminado mi tiempo de exposición pública.

Además de sorpresa, también tuve un gran sentimiento de gratitud hacia el Papa por la confianza mostrada no solo hacia mi persona, sino también al instituto, a la Vida Consagrada y a las mujeres. También tuve un sentido de responsabilidad al no saber bien en qué consiste esta nueva misión, aunque intuyo que se tratará de una colaboración directa con el dicasterio para estudiar los informes de nombramientos y discernir sobre las propuestas. Esto me hace sentir una responsabilidad totalmente nueva.

P.- ¿Le ha contactado alguien del Vaticano tras el nombramiento para explicar en qué consistirá su labor?

Todavía no he hablado con nadie del Vaticano. No sé si debería hacerlo yo. Con el Santo Padre no he hablado, pero le he mandado una nota escrita dándole las gracias por la confianza y la disponibilidad.

La intuición

P.- ¿Por qué es importante que participen mujeres en la elección de los obispos?

R.- La presencia de mujeres en ese dicasterio, formado hasta ahora por cardenales y obispos, permite tener una visión compartida y con sensibilidades complementarias. No digo que los hombres tengan una sensibilidad y las mujeres otra, porque cada uno tiene sensibilidades que pueden encontrarse, pero se trata de posiciones complementarias, porque la situación de las mujeres en la vida es de contacto directo con el terreno, de cercanía a la realidad y a la gente en la mayor parte de los casos. Tenemos un conocimiento que parte de la realidad. La experiencia es también de escucha y de diálogo con esta realidad.

P.- ¿Se trata entonces de dar espacio a la sensibilidad femenina?

R.- La sensibilidad femenina parte de la intuición, de la atención a ir un poco más allá y a profundizar en la realidad. El elemento importante es la complementariedad. El hecho de que haya hombres y mujeres permite una visión complementaria para tratar de acercarse más a la realidad, que es compleja. Seguramente no resulta fácil conocer estas realidades cuando se trata de nombrar obispos de diversas partes del mundo, estudiar y discernir a partir de los elementos que se reciben de las nunciaturas.

Creo que es así, porque yo nunca he estado implicada en una consulta de obispos. Considero importante ese aspecto de complementariedad en la visión para responder a los retos que se plantean hoy. En la Iglesia hay un número importante de mujeres, pero vemos que en algunas partes estamos perdiendo a las mujeres jóvenes, que constituyen una parte importante de la vida eclesial por su papel en la educación, entre otros muchos ámbitos. El hecho de que vean que las mujeres también están representadas al más alto nivel de reflexión en la Iglesia puede hacer que se sientan más implicadas.

Un paso adelante

P.- A los periodistas nos gusta mucho utilizar el término ‘histórico’. ¿Su nombramiento lo es o se trata más bien de un gesto de cara a la galería?

R.- En cualquier caso, es un paso adelante. Pero el cambio no se da de manera automática, depende de cómo reaccionen los implicados. Deben favorecer un camino que pueda ir más allá. Que haya mujeres en una posición no significa que automáticamente vaya a cambiar la situación. Hace falta una apertura recíproca.

Pero el camino se abre caminando juntos. Hay que dar su lugar a las mujeres, pero también nosotras debemos tomar nuestra posición, porque a veces nos echamos atrás porque pensamos que no estamos a la altura o que no nos corresponde a nosotras. Debemos tener también el coraje y la sencillez de ser nosotras mismas para entrar en un camino que se va abriendo.

P.- ¿Y cómo hacer que las mujeres reclamen su lugar pese a las críticas?

R.- Debemos entrar en un tipo de relación al estilo femenino. No hay que ponerse de frente, no imponerse, sino aprovechar las fisuras que existen. Eso exige un poco de psicología, de intuición, de respeto al prójimo, y también ser propositivos. No debemos tener miedo de proponer y de pedir, aunque haya veces que no se nos acepte. Puede llegar un ‘no’ la primera vez y un ‘sí’ la segunda.

Miedo a las responsabilidades

P.- ¿Cuál sería para usted el ‘retrato robot’ ideal de un obispo?

R.- El obispo ideal no existe. Antes de nada, tiene que ser un pastor cercano al pueblo que le es confiado, tiene que saber implicar a los sacerdotes, laicos y religiosos, a las personas de las diversas generaciones. El camino de la sinodalidad está ayudando a vivir este proceso, debe ser el modo habitual de animar la Iglesia para favorecer la colegialidad.

P.- El cardenal Ouellet aseguraba en esta revista que “un 30% de los elegidos para ser obispos rechazan el nombramiento”. ¿Cómo explica esta situación?

R.- Por una parte, puede haber una dificultad para aceptar la responsabilidad de ser obispo de una Iglesia particular, con todas las alegrías, desafíos y protestas que conlleva. Por eso pienso que, para ser obispo, hay que tener la capacidad de escuchar, tanto a quien tiene las mismas ideas como a los que protestan. No es fácil. Basta pensar en la cuestión de los abusos, que ha marcado la vida de la Iglesia en diversas partes del mundo estos últimos años.

Puede dar miedo asumir las responsabilidades en este contexto. Lo mismo ocurre con la línea de animación pastoral del Papa basada en el discernimiento con la gente y en tener en cuenta las distintas situaciones. Cuando hay una línea trazada más claramente, puede parecer más fácil orientarse.

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